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Notas
Este registro ha sido recopilado en el marco del proyecto de I+D (Excelencia) del MINECO “Documentación, tratamiento archivístico digital y estudio lexicológico, histórico-literario y musicológico del patrimonio oral de la Andalucía oriental” (referencia: FFI2017-82344-P).
Agradecemos la valiosa colaboración de Rosa Crespo Moreno, responsable del Centro de Adultos de Santo Tomé (Jaén), y de Jovita Rodríguez Bautista, coordinadora de Centros de Adultos de la comarca de la Sierra de Cazorla.
Bibliografía
IGRH: 0000
Otras versiones de "El solterón"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Esto era un solterón que se llamaba Carajo,
que se quería casar y ya contaba de cien años.
Una tarde en el paseo, se encontró con la Matraca,
una vieja muy revieja, que ya de los cien pasaba.
—Buenas tardes, tía Matraca, yo soy el tío Carajo,
que te quiero con locura y yo contigo me caso.
—Pues lo has pensado bien; yo buscando novio estaba.
Yo a ti también te quiero, Carajito de mi alma—.
Este par de tortolitos se ponen en relaciones,
como si fueran mozuelos, hablando por los balcones.
El domingo por la tarde, se fueron a desposar,
Carajo con su cayada y ella, su ramo de azahar.
Y la noche de casados la tía Matraca observaba
y le dice al tío Carajo que no vale para nada.
—¡Cómo quieres que ya valga, con esta edad que tengo,
si me encuentro sin narices, sin pulso y sin talento!
—Mira a ver si tienes algo; me quiero desengañar.
—No me comprometas tanto, que te digo la verdad.
Tú sabes que mi oficio siempre ha sido el de pavero;
toma el moco de este pavo, que es lo único que tengo.
—Me has engañado, Carajo, si lo sé no me camelas;
teniendo yo tantos novios y ahora me encuentro soltera—.
Mujeres que estáis oyendo, ponerle mucha atención
para que nunca sos veáis como Matraca se vio.