Hermanos separados

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Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1423r

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Notas

Los cuatro primeros versos pertenecen a la canción Contar mentiras.

Este registro ha sido recopilado en el marco del proyecto de I+D (Excelencia) del MINECO “Documentación, tratamiento archivístico digital y estudio lexicológico, histórico-literario y musicológico del patrimonio oral de la Andalucía oriental” (referencia: FFI2017-82344-P).

Agradecemos la valiosa colaboración de Rosa Crespo Moreno, responsable del Centro de Adultos de Santo Tomé (Jaén), y de Jovita Rodríguez Bautista, coordinadora de Centros de Adultos de la comarca de la Sierra de Cazorla.

Bibliografía

Otras versiones de "Hermanos separados"

Alonso Fernández et alii (2017: n.º 59); Atero Burgos (2003: n.º 276); Escribano Pueo, Fuentes Vázquez y Romero López (1995: n.º 1); Moreno Moreno (2016: n.º 197); Pimentel García (2020: n.º 622).

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Transcripción

Ahora que estamos despacio,

vamos a contar mentiras.

Por el mar corren los peces,

por los montes las anguilas.

 

Les voy a explicar     un suceso de dolor,

que solo de referirlo     entristece el corazón.

Se trata de un matrimonio     que dos hijitos tenían,

con la sudor de su frente     a los dos los mantenían.

Y un día aquel matrimonio,     los dos se dijustaron,

con razones o sin ellas,     quedaron deseparados.

Y yéndose el mayorcito     con su querido padre,

quedándose el más pequeño     con su cariñosa madre.

Esta pobre mujer no podía descansar     ni de noche ni de día

pensando en aquel hijo,     que olvidarlo no podía.

Y un día que estaba sola     de esta manera pensaba:

empezó a escribir cartas y cartas por todo el mundo,     pero nadie le contestaba.

Llena de sentimiento y dolor     de pensar en aquel hijo que se fue,

cayó enferma en la cama     y enseguida se murió,

dejándose abandonado     al otro hijo de su corazón.

Transcurrieron unos meses     y este niño, al verse solo, de esta manera pensó:

un día se fue al muelle     y en un barco se montó.

Cuando vino a darse cuenta,     se encontraba en Nueva York.

Ha llegado a la Argentina,     paseando por allí

ve un letrero que decía:     "Hace falta un aprendiz".

Como era tan atrevido     (………………………………)

y, sin reparar en nada,     en aquel taller entró,

preguntando por el dueño,     que enseguida se presentó.

Y el joven le dice así:     —Aquí me encuentro solo,

no tengo padre ni madre.     ¿Si ustedes me quieren por aprendiz?—.

El dueño le preguntaba:     —¿Tú cuánto quieres ganar?—.

Y el joven le contestaba:     —Lo que ustedes quieran darme y bueno va,

que yo quiero, como todos los hombres,     enseñarme a trabajar—.

Al ver aquel jovencito tan pequeño     con tan buena explicación,

lo cogió de la mano     y a su despacho se lo llevó,

le arregló todos los papeles     y colocado lo dejó.

A otro día, salió a trabajando     en unas naves, que allí trabajaban

todos los días, diariamente     veinticinco o treinta obreros.

Al ver aquel chaval tan competente,     lo pusieron de pinche. 

[Com.: Todos lo querían con locura porque era un niño muy… obediente para todo lo que le mandaban.]

Ya llevaba siete u ocho años     trabajando de pinche,

todos los días hablaba allí     con su padre y con su hermano,

y ellos no se conocían     nada más que por paisanos.

Pero un domingo por la tarde,     lo invitaron a tomar café

y el joven, como paisano,     con ellos se fue.

Y al poco rato de llegar     a la cafetería, el joven recordó

de escribir una carta a un amiguito     que en Alicante dejó.

Y estando poniendo las señas,      el padre, que estaba al lao, se ha fijado bien,

y se dio cuenta que ponía sus apellidos     y también los de su mujer.

El padre, con mucha pena,     al joven le preguntaba:

—¿Cómo se llaman tus padres?—.     Y el joven le contestaba:

—Antonio Pérez García     son los nombres de mi padre,

Rosa Rodríguez Fernández,     así se llamaba mi madre.

Le voy a enseñar una foto     que conservo todavía,

que ustedes siendo de aquel barrio     quizá la conocerían—.

Se echó mano a la cartera     y él la foto le enseñó,

y al momento de verla,     enseguida recordó

que aquella era la mujer     que en Alicante dejó.

Se levantó de la silla     y a su cuello se tiró:

—Yo soy tu querido padre     sin que lo puedas dudar,

y este joven es tu hermano,     el que por ti ha de mirar—.

Se abrazaron fuertemente los tres     y quedaron admiradas    

casi toda la gente     que había en aquel café.

Resumen de "Hermanos separados"

Un matrimonio con dos hijos se separa, quedándose cada uno con un vástago. Al cabo del tiempo, la madre, que no puede resistir el dolor de estar lejos de uno de sus hijos, muere de pena. El hijo que permanecía con ella queda solo y decide embarcarse hacia Argentina. Allí se emplea como aprendiz en un taller o un comercio. Hace amistad con el dueño y su hijo, que también son españoles. Cierto día, acuden juntos a tomar café. En la cafetería, el muchacho escribe una carta a un amigo suyo y, al firmar la carta, el padre se percata de que su nombre coincide con el de su hijo. Le pregunta por las señas de sus padres. Se reconocen y se abrazan.