Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
Este registro ha sido recopilado en el marco del proyecto de I+D (Excelencia) del MINECO “Documentación, tratamiento archivístico digital y estudio lexicológico, histórico-literario y musicológico del patrimonio oral de la Andalucía oriental” (referencia: FFI2017-82344-P).
Agradecemos la colaboración de Francisco Javier Ramírez Sampedro, responsable del Centro de Adultos de Chilluévar (Jaén), y de Jovita Rodríguez Bautista, coordinadora de Centros de Adultos de la comarca de la Sierra de Cazorla.
Pendiente de transcripción musical.
Bibliografía
Otras versiones de "Hermanos separados"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Voy a contar un caso de los más interesantes,
(y) ha ocurrido hace muy poco (y) en la ciudad de Alicante.
Se trata de un matrimonio, que ellos dos hijos tenían,
con la sudor de la frente sus padres los mantenían.
Pero llegó cierto día que los dos se dijustaron,
con razones o sin ellas, quedaron desaparados.
El niño que era mayor se ha marchado con su padre,
dejando al más pequeñito con su cariñosa madre.
La madre se puso a pensar y de la pena murió,
sin tener noticias de ellos, solos quedaron los dos.
El niño, al quedarse solo, un día al muelle se fue
y, metiéndose en el barco, al mundo se fue a correr.
Al llegar a la Argentina y pasando por allí,
vio un letrero que dice: "Hace falta un aprendiz".
El niño, sin reparar nada, a aquel taller entró,
preguntando por el dueño que, al punto, se presentó.
—No tengo padre ni madre —el niño les dijo así—;
yo aquí solito me encuentro. ¿Me quiere para aprendiz—.
En el taller se quedó, lástima a todos les daba;
por ser el más jovencito, todo el mundo lo apreciaba.
To los días se hablaba con su padre y con su hermano,
pero no se conocían nada más que de paisanos.
Un domingo por la tarde, lo invitaron a café;
el niño, como pequeño, el niño con ellos fue.
Al recordar de su tierra, en el momento escribió
carta para un amigo que en Alicante dejó.
Cuando firmaba la carta, el padre se afijó bien
que ponía su apellido, también el de su mujer.
—¿Me dirás quién es tu madre?—. Y el niño le contestó:
—Rosa Rodríguez Fernández, así se llamaba mi madre;
Antonio Pérez García era el nombre de mi padre.
Usted, siendo de aquel barrio, tal vez la conocería—.
El padre, impresionado, estas palabras le habló:
que era la misma mujer que en Alicante dejó.
—Este hombre es tu padre, sin que lo puedas dudar,
y este joven es tu hermano, el que por ti ha de mirar.