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Notas
Esta versión, transmitida en cabileño, ha sido traducida por Óscar Abenójar.
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
En el bosque había dos clanes: el del chacal y sus consejeros, por una parte, y el del erizo y sus consejeros, por otra. No se conocían entre ellos. Y los consejeros del chacal le decían siempre a su jefe:
—Hay un erizo que es capaz de vencerte. Ten cuidado, que te puede atrapar, porque él es el más inteligente que tú—.
Y el chacal les respondía: —Pero ¿quién es ese erizo? Yo no lo conozco—.
Así que decidió organizar una cena e invitar a todos los animales. Entonces les dijo a sus consejeros: “En cuanto veáis que llega el erizo, me lo decís. Me enseñáis quién es”.
Los animales empezaron a llegar. Fueron entrando y entrando hasta que apareció el erizo. Enseguida uno de sus consejeros le dijo:
—¡Mira, ahí lo tienes! ¡Es él!—.
Y al ver el tamaño de su enemigo, el chacal le respondió: —Pero ese no puede hacerme nada. ¡Si hasta podría comérmelo ahora mismo!—.
Y los consejeros del erizo le dijeron a su jefe: —¡Ese es el chacal! Ahí tienes al chacal—.
Luego todos se pusieron a comer, y al final el chacal se fue a ver al erizo y le dijo:
—Conque ¿eres tú el erizo?—.
Y el erizo respondió: —Sí, soy yo. Y ¿tú quién eres?—.
El chacal dijo: —Yo soy el chacal. —Y dijo— Todo el mundo dice que tú eres el más inteligente y el más astuto del bosque. Pero no sabemos cuál de los dos es el más listo, si tú o yo. —Y siguió diciendo— Ven, que vamos a dar una vuelta para conocernos mejor. A lo mejor en el futuro nos llevaremos bien—.
Se marcharon. Pero como el chacal no pudo resistir a su naturaleza, vio comida y quiso cogerla. En aquel instante el erizo le dijo:
—¡Atención, que es una trampa! No se te ocurra saltar encima—.
El chacal le dijo: —¡Sigamos caminando!—.
Al cabo de un rato le dijo: —Ya basta por esta noche. Ya nos conocemos un poco mejor. Si quieres, volvemos a vernos mañana—.
Entonces el erizo le preguntó: —Y ¿se puede saber adónde vas a ir ahora?—.
El chacal dijo: —Voy a volver a mi casa—.
Pero, en realidad, él tenía la intención de recoger la carne que había visto por el camino. El erizo no se alejó demasiado. Cuando el chacal llegó al pedazo de carne pegó un salto y quiso atraparla. Al momento la trampa se cerró y lo dejó atrapado. El erizo fue a verlo y le preguntó:
—Dime, chacal, ¿te duele?—.
Y el otro respondió: —¡Ay, erizo! ¡Sí que me duele!—.
Y el erizo le dijo: —Pues eso no es nada. ¡Ya verás cuando el hombre venga a buscarte!—.