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Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Otra vez un chico de unos quince años. Estaba en..., | no en Alemania, no en Austria..., en Suiza. Pues estos... en Suiza hay unos médicos que nada. Treinta kilos pesaba, no podía ni andar, estaba seco, seco, seco, era alto, pero seco, seco. ¿Ves ese? Así estaba, en los huesos. Dijo: “¡No hay nada que hacer! Lleváoslo a Italia, luego vemos”.
Este conocía a Vittorio, lo conocía. Y este estaba en el mismo sitio. Llega este:
—Y ahora qué coño, Marcè, un niño, me lo han traído en brazos.
—¿Qué ha pasado?—.
En cuanto Vittorio vio.... Él era un malhablado, ¿no?:
—¡Traedlo aquí! ¡Traedlo aquí al crío! ¡Traedlo aquí!—.
Allí estaba, cuando entras a la casa de Vittorio, la cocina grande, la chimenea y una habitación. Y luego abajo... la habitación estaba para hacer estas cosas. Lo dejó en la cama. Calentó cinco litros de vinagre, de vinagre. ¿Te acuerdas del gatillo que se lavaba la cara antes? Echó de eso ahí, puso al crío así, estirado, con los dedos así, la bandeja aquí abajo para recoger el vinagre que chorreaba y lo cubrió. Cada cuarto de hora iba ahí y el niño hacía...[1], o sea, que se esforzaba. ¿No?
Dijo:
—¡Ah, Marcè, está saliendo!
—¿Qué está saliendo?
—La solitaria. —¡Que te digan! ¡Así! ¿Sabes estas plantas que se echan de guarnición a la pasta? Empezó a sacarla, a mí me daba asco... Él, o sea, reía, ¿no? [Decía:]
—Jeje. ¡Te da asco!—.
Luego entraron también la madre y el padre. Dijo:
—No, no —dijo— ¡Vosotros quedaos fuera! ¡Marcè, ven aquí, ven!—.
Taca, taca, taca, taca, taca, taca, taca, croc... Con dos cabezas, con dos cabezas. La puso allí en el plato, así, la llevó allí, la madre y el padre:
—¿Qué es esto?
—¡Eh! Lo que estaba en el cuerpo de… dentro del intestino de tu hijo—.
Piensa que todo eso de hierro, lo puso allí encima del fuego. Grrrr, brrrr, grrrr, brrr, ssss, y luego lo echó en el fuego.
Volvió otra vez, volvió a hacer un poco las cosas, go, go, go, go, go, eee... Después de una hora, dije:
—¡Vittò, me tengo que ir!
—¡Espera! —dijo— ¡Espera otros cinco minutos! ¡Espera otros cinco minutos!—.
Tenía unos quince años, no andaba, ¡eh! Entonces llega la madre del niño, eee... Este me dijo:
—¡Ve a llamar a la madre y al padre!
—Vittorio ha dicho que podéis entrar—.
Había una cama ahí, dos o tres sillas aquí, ¿no? Dijo:
—Sentaos aquí—.
Dijo al niño:
—¡Levántate!—.
Este se sentó, así. La madre y el padre, rápido:
—¡Oh, Dios! ¡Aaah!
—¡Quietos ahí! —dijo— ¡Camina hacia tu madre!—.
Este se levantó, la madre gritó, se desmayó, el padre, ese, ¡maldito sea Cristo!
Quince años, la tenia, treinta kilos. Y durante unos diez años le mandaba siempre dinero desde Suiza a este. ¡Pero de verdad! Todos los años venía a traerle dinero.
[…]
Era bueno, ahora está muerto. Él me quería dejar el poder a mí, pero déjate. Yo hice dos hechizos cuando estaba con él, pero se los hice a viejos de noventa años, para probar, y funcionaron. Me dio miedo, me dije: «¡Basta, fin, se acabó! ¡No vuelvo a hacer una mierda más!».
—¡A tomar por culo! —le dije.
¶
Un’atra vote nu uaglione de na quindicina d’anne. Stava in…, | no in Germani, no in Austria… in Svizzera. Quelle mo… in Svizzera stann i medici che proprio niente. Trenta chili che pesava, ne je’a faceva manco a camminà, proprio secche, secche, secche, era alte, ma proprio secche. Vidi que? Cuscì era, solamente l’osso. Quello ha dette: “Non c’è niente da fare! Purtetele in Italia, vediamo un po dopo”.
Questo qua conosceva sto Vittorio, conosceva. E sempre là stev. Arrevate quiss:
—Mo cazz, Marcè, nu citl, m’hanno portato in bracc.
—Ch’a success?—.
Appena ha visto Vittor… Lui era sboccato a parlar, no?
—Portale a qua! Portale qua sto citl! Portale a qua!—.
La ci stava, com’entri dentro la casa de Vittorio, la cucina gross, u camin e na camerett. E dopo sotto… a camerett ci stava pe fa ste cose. L’appuggiat sopra al lettino. Ha scallat nu cinque litri di aceto, di aceto. Ti ricordi quel gattino che si lavava la faccia prima? Ha messo di quello là, ha messo u citl accuscì, allungato, con le dita accuscì, lu vassoio ecc a sott a fa li sculi di aceto e l’ha coperto. Ogni quarto d’ora andava là e quell…, c’è, che si sforzava. No?
Ha dett:
—Ah Marcè, sta a scì!
—Che sta a scì?
—Il verme solitaria. —-Fateciù dì! Cuscì! Tì presente ste piante chess ca s’acconce la past? Ha abbiat a caccià, a me me faceva schif… Esse, c’è, rideva, no? [Diceva:]
—Hehe. Ti fa schif a te!—.
Dupo è entrato anche la mamma e lu padre. Ha detto:
—No, no —ha detto— Voi state fuori! Marcè, vì qua, viè!—.
Tenghe, tenghe, tenghe, tenghe, tenghe, tenghe, tenghe, oroc… Con due teste, con due teste. L’ha messe là in mezze lu piatt, cuscì, l’ha purtate là, la mamma e lo padre:
—Chi è queste?
—Eh! Quello che sta in corpo a… dentro l’intestino di fijete—.
Pensa che tutto quanto quella là di ferro, l’ha messo là sopra lu fuoco. Grrrr, brrrr, grrrr, brrr, ssss, e dopo l’ha iettat là in mezz al fuoco. Ha rejit a là, ha rifatte un po le cose, go, go, go, go, go, eee… Dopo un’ora, ho dett:
—Vittò, io me n’aj aì!
—Aspett! —ha dett— Aspett n’altre cinque minute! Aspetta altre cinque minuti!—.
Aveva una quindicina d’anni, non camminava, eh! Allora arrivate la mamma du uaglion, eee… Quest ha dette:
—Va a chiamà la mamma e il padre!
—Vittorio ha detto che potete entrare—.
Ci stava un lettino là, due o tre segge qua, no? Ha ditt:
—Assettev a ess—.
Ha dett a lu citl:
—Alzat!—.
Cullù s’è assettat, cuscì. Mamma e o padre, subito:
—Oh, Dio! Aaah!
—Fermetev a ess! —ha dett— Va là a mammett!—.
Si è alzato cullù, la mamma ha strillat, ha svenut, lu padre, quello, mannaggia a Cristo!
Quindici anni, il verme solitario, trenta chili. E per una decina d’anni j manneve sempre li sold dalla Svizzera a cullù. Ma veramente! Ogni anno veniva a portar li sold.
[…]
Era bravo, mo s’è morto. Lui ha lasciato il potere a me, ma lascia sta. Io ho fatto due fatture quanne steve iess, ma li so fatt a li vicchie de na novantina d’anne, per pruà, e ha scìt. Me so mbaurit, mi so dett: «Basta, chiuso, finito! Non faccio cchiù un cazzo di niente!».
—Vaffanculo! —gli ho detto.
[1] Finge conatos de vómito.