En el jardín de Granada,     debajo de una palmera,

por ahí paseaba     Rosita la Cantinera.

Al otro lado del agua     llegaba un mozuelo,

con las palabras tan dulces,     a ver si la conquistaba.

—Rosita, estoy enamorao de ti, (...............)

si no estás enamorada,     enamórate de mí.

Y Rosita contesta     con su sonrisa amable:

—No pensaba echarme novio     hasta cumplir veinte años,

y si acaso me lo echara,     no ha de ser un basurero,

ha de ser arquitecto     y si no, no quiero.

El basurero le contesta:      —Tú estás mal de la cabeza,

si no te casas conmigo,     te quedas soltera.

Ya tiene treinta y dos años,     Rosita La Cantinera,

ya tiene treinta y dos años     y no hay nadie quien la quiera.

No tiene padre, ni madre,     ni cariño, ni dinero,

y a todas horas dice ella:     —¡Ay, quién pillara un basurero!