Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
Esta versión, transmitida en cabileño, ha sido traducida por Óscar Abenójar.
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Traducción
Había una vez un hombre que no tenía hijos. En cierta ocasión comenzó a rogar a Dios:
—¡Oh, querido Dios, dame un hijo! ¡Aunque sea una serpiente!—.
Dios escuchó al hombre y le concedió que tuviera una serpiente como hijo. La serpiente empezó a crecer poco a poco, hasta que un día se hizo mayor. Un día le dijo a su padre:
—¡Padre, ya no soy un niño! ¡Ya soy mayor de edad, y ha llegado el momento de casarme!—.
Y a continuación le pidió a su padre que le buscara una esposa. Entonces su padre le dijo:
—¡Querido hijo! ¡Pero si tú eres una serpiente! No encontraremos a ninguna muchacha que acepte casarse contigo.
—Tú tienes un amigo que tiene tres hijas. Pídele que me conceda la mano de una de ellas—.
Así que el hombre se fue a ver a su amigo, el padre de las tres muchachas, y le pidió que le entregara a una de sus hijas para casarla con su hijo serpiente. En primer lugar se lo propuso a su hija mayor:
—¿Aceptarías casarte con el hijo de fulano, que es una serpiente?—.
Y ella respondió:
—¡Dios me libre! —Le dijo que no.
Después fue a preguntarle a la segunda, y ella se quedó horrorizada. Le dijo que aquello era imposible. Por último, fue a preguntarle a su tercera hija. Y ella le dijo:
—Si ese es mi destino, pues ¡lo acepto!—.
Y así fue. La hija menor aceptó casarse con la serpiente. Celebraron la boda, y por la noche, cuando la serpiente se metió en la habitación para encontrarse con su esposa, ella le dijo:
—¡Sé bienvenido, tú, que eres mi destino!
—Gracias, pero no has tenido mucha suerte...—.
Nada más verla se dio cuenta de que era una muchacha joven, guapa, ¡una joya! Era realmente hermosa, tanto que nada más verla el marido serpiente se quedó enamorado. En aquel momento él se liberó de su piel de serpiente y se convirtió en un hombre sabio. Y no solo sabio. ¡Se transformó en un hombre que lo sabía todo! ¡Inteligente y todo! Después celebraron una boda de siete días y siete noches. Todos comieron, cantaron y bailaron.