El sultán y la muchacha sabia [ATU 875 + El-Shamy 875C1§ + ATU 1533]

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Referencia catalográfica: 1541n

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Notas

Esta versión, transmitida en cabileño, ha sido traducida por Óscar Abenójar.

Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

Transcripción

Traducción

Érase una vez un hombre muy pobre que tenía siete hijas.

Un día el hijo del sultán quiso casarse. Entonces la gente empezó a darle consejos. Le decían que había un hombre que tenía una hija estupenda. No había ninguna mejor que ella: era sabia, inteligente y hermosa. Le aconsejaron que fuera a pedirle la mano, que seguro que su padre se la iba a conceder. Le dijeron que ella era la más joven de las hermanas. El príncipe les preguntó cómo iba a reconocerla entre todas sus hermanas, y le dijeron que iba a darse cuenta porque ella era la más lista de todas. Así que se fue a la casa de las siete muchachas y le anunció al padre que al día siguiente iría a cenar a su casa. El padre, que era pobre, le dijo:

—¿Cómo que quieres cenar en mi casa? Si yo no tengo nada que servirte. No tengo nada para cocinarte. Ni siquiera tengo comida para una sola noche—.

Y el príncipe respondió:

—No hace falta que cocines ni nada. Tú tienes gallos, ¿no?—.

El pobre le dijo que tenía dos gallos. El príncipe entonces le pidió que le cocinara un gallo entero, con sus muslos, sus alas y todo. Le advirtió también de que no le cortara la cabeza. Solo tenía que quitarle las tripas, cocinarlo y después tenía que dejarlo tal cual hasta que él llegara.

Cuando el pobre llegó a casa le dijo a su mujer que el príncipe iba a venir a cenar. Entonces su mujer se enfadó con él:

—Y ¿cómo has podido aceptar que el príncipe venga a cenar a nuestra casa? Dime, ¿qué tenemos nosotros para servirle?—.

El pobre le dijo que ya se lo había advertido él, pero que el príncipe no quiso atender a razones, y le pidió que le cocinara un gallo entero, con la cabeza, las patas y las alas. Y le dijo que luego lo dejara encima de la mesa hasta que él llegara.

Así que la mujer limpió el gallo y lo cocinó entero: con las patas, las alas y la cabeza. Una vez que estuvo preparado, lo dejó encima de la mesa, y después se quedaron esperando a que llegara el príncipe.

Por fin llegó el hijo del sultán. El pobre y su mujer le dieron la bienvenida y le dijeron que le habían cocinado el gallo y que no tenían nada más. Él les dijo que con eso habría más que suficiente.

A continuación, cogió el gallo y se puso a trincharlo. Le cortó primero la cabeza y se la entregó al viejo pobre. Luego cortó la pechuga y se la dio a la mujer. Después le cortó las alas y se las dio a las hijas del pobre. Le quitó los muslos y los repartió entre los dos hijos. Por fin él se guardó las patas en un pañuelo, las metió en un saquito que llevaba y se marchó de la casa. Entonces el príncipe se quedó escuchando detrás de la puerta para espiar lo que decían. El padre dijo:

—¡Solo quería ponernos en un aprieto! ¡Ni siquiera ha probado bocado!—.

Y la hija más joven le dijo a su padre:

—¡Ay, padre! ¿No lo has entendido? Te dio la cabeza a ti porque tú eres el jefe de la casa. Les dio los muslos a mis hermanos porque son ellos los muslos de la casa[1]. Le dio la pechuga a mi madre porque ella es el corazón de la casa. A nosotras nos dio las alas, porque llegará el día en que nos casemos, y entonces tendremos que dejarte. Y él se quedó con las patas, porque fueron sus pies quienes le trajeron hasta aquí y fueron ellos quienes se lo llevaron después—.

Al escuchar aquello el príncipe volvió a entrar en la casa y le dijo al padre:

—¡Me casaré con tu hija!—.

El pobre respondió:

—¡No, no puedo aceptarlo! Tú eres el hijo del sultán, y yo solo soy una persona muy humilde—.

Entonces el príncipe le dijo que había decidido casarse con su hija y que no le diera más vueltas.

Pasaron unos meses, y entonces el príncipe volvió a la casa del pobre. A su llegada celebraron una boda que duró siete días y siete noches, y cuando hubo terminado el príncipe se llevó a su esposa.

Unos años después llegaron al pueblo dos mendigos. Cuando cayó la noche, los pobres se fueron a la mezquita y se quedaron allí a dormir. Uno de ellos llevaba una yegua y el otro una burra. Aquella misma noche la burra parió un pollino, y la yegua un potrillo. En cuanto nacieron, el dueño de la burra, que era malvado, cogió al potro y lo colocó al lado de la burra, y al pollino lo puso al lado de la yegua. Los cambió de lugar. Así que desde aquel momento el potro empezó a seguir a la burra, y el pollino a la yegua. Al día siguiente el dueño de la yegua dijo:

—¿Cómo es posible? ¿Cómo puede ser que la yegua haya parido un burro, y la burra un caballo?—.

Y entonces dijo el propietario de la yegua, que todavía no podía creerse lo que veían sus ojos:

—El potro es mío, y el pollino tuyo—.

El otro le dijo:

—Ya veremos. Vamos a soltarlos, y que cada uno siga a su madre. Si sigue a la yegua, pues ella será su madre—.

Y así hicieron. En cuanto los soltaron, el pollino se puso a seguir a la yegua, y el potro a la burra. Pero el amo de la yegua se negó a aceptar que había perdido y se puso a llorar. Entonces se fue a ver al sultán[2] para pedir justicia. Le dijo:

—Los dos hemos pasado la noche en la mezquita. Él tiene una burra, y yo una yegua. Ayer por la noche las dos parieron. Estoy seguro de que él se levantó por la noche y cambió de lugar a las crías—.

El sultán le dijo que no debía preocuparse. Lo único que tenía que hacer era soltarlas y dejar que cada una siguiera a su madre. Y las soltaron. Pero entonces volvió a suceder lo mismo que la primera vez. El amo de la yegua se puso a llorar:

—¿Cómo es posible que el dueño de la yegua se haya quedado con el burro y que el dueño de la burra se haya quedado con el caballo?—.

Y se puso a llorar bajo la casa del sultán. Entonces la esposa del sultán escuchó que alguien estaba llorando y se asomó por la ventana. Le dijo al mendigo:

—Fulano, ¿por qué estás llorando?—.

Y dijo él:

—Y ¿cómo quieres que no llore? Ayer llegué a la ciudad con mi compañero y los dos nos quedamos a dormir en la mezquita. Él tenía una burra, y yo una yegua. Las dos parieron ayer. Por la noche él cambió de lugar a los animales recién nacidos. Yo fui a quejarme al sultán, y me dijo que los dejara libres, y que cada uno seguiría a su madre. Pero, ¿cómo es posible que un pollino siga a una yegua, y un potro a una burra?—.

La mujer le dijo:

—Ve a ver al sultán y dile: “Sidi sultán, el otro día planté un puñado de trigo a la orilla del mar, pero de repente salió un pez y se lo comió”. Entonces el sultán te dirá: “¡Perro, hijo de perro! ¡Los peces se mueren en cuanto los sacan del mar!”. Cuando te responda eso, tú dile: “Pues sidi sultán, ¿tú de verdad puedes creerte que una burra haya parido un caballo?”—.

Y así hizo el hombre. Entonces el sultán le dijo:

—¡Vete, vete, que ya sé de dónde has sacado eso que dices! Que el dueño de la yegua coja su caballo, y que el dueño de la burra se lleve su burro. El sultán se dio cuenta de que aquello era un consejo que venía de su mujer. Así que se fue a casa y le dijo:

—Conque esas tenemos, ¿eh? Yo todavía estoy vivo; y ¿tú ya empiezas a gobernar desde casa?

—Es que lo vi llorando, me dio pena y le di un consejo —respondió su esposa.

El sultán le dijo:

—Mira: coge todo lo que quieras de esta casa. Llévate todo lo que tenga algún valor, lo que sea importante para ti, ¡y luego márchate de aquí para siempre, que ya no quiero verte nunca más!—.

La mujer aceptó y le dijo que iba a hacer lo que él quisiera. Entonces se fue a ver a sus criados y les pidió que le llevaran una droga. Luego la echó en la comida de su marido, y en cuanto él se puso a comer, perdió el conocimiento.

Su esposa llamó a sus criados y les ordenó que le llevaran un caballo. Les dijo que después metieran a su marido en una caja y que lo cargaran a lomos del caballo.

La mujer se llevó a su marido y se fue a la casa de su familia. Llegó a casa de sus padres y, al cabo de unas horas, él se levantó y sacó su cabeza de la caja. Todavía no estaba despierto del todo y creyó que estaba en su casa.

Entonces le dijo a su mujer:

—Ya te dije antes que te llevaras de esta casa lo que fuera importante para ti. Cógelo y vete, que ya no quiero verte nunca más en mi casa—.

Y su esposa le respondió:

—¡Abre bien los ojos! Ahora estamos en casa de mis padres.

—Y ¿qué estoy haciendo yo aquí? —dijo él.

Entonces su mujer le dijo:

—Tú me dijiste que me llevara lo que fuera más importante para mí. Estuve buscando y buscando por toda la casa algo que tuviera valor, pero tú eres lo único importante que tengo. Así que, mira, te he raptado y te he llevado a mi casa—.

Al escuchar aquello su marido le dijo:

—¡Ponte delante de mí! ¡Ahora tú ya eres el sultán, y yo tu ministro!—.

 

[1] Son ellos los muslos de la casa: es decir, “los pilares del hogar, pues ellos van a quedarse toda la vida en la casa y no se marcharán nunca de ella” explicó después la informante.

[2] Este sultán es el príncipe del pasaje precedente; el mismo que repartió el gallo en casa del pobre y que se casó con la campesina inteligente.

Resumen de ATU 875

The Clever Farmgirl [J1111.4]. This type combines various introductory episodes with a common main part.

Introductions:

(1) A king looks for a wife and/or meets a clever girl by chance.

(2) The father of the girl finds a golden mortar in a field and, against the advice of his clever daughter, takes it to the king who demands the pestle as well [H561.1.2].

(3) A quarrel between a farmer and a nobleman in court is settled by giving both riddles to be solved [H630-H659]. The daughter of the farmer gives the right answers [H561.1, H583.7, H583.9, H641.1, H631.3, H632, H633, H636, H583.8].

(4) A king finds a girl in a house. When he asks her about her relatives she answers with wit and cleverness.

Main part:

The clever girl has to perform various tasks set by the king [H373, H712, H1050-H1055, H1057, H1058, H1061-H1065, H1010, H1022.1, H1024.1, H1024.1.1, H1021.6.1, H1021.1, H1023.9, H1023.7, H1023.1, H951, J1191.2, H1152.1, H1185, H601]: she must come to the

king neither naked nor clad, neither by horse nor on foot. She should estimate the value of the king's beard or weave a cloth with only a few threads. Or she has to make boiled eggs hatch [J1191.2, H1023. 1.1] (cf. Type 821B) or carve a fowl and give appropriate pieces to all members of the family (cf. Type 1533).

The king marries the girl [L162] but orders her not to meddle in his affairs. When he settles a dispute between two farmers unjustly, she advises the wronged man to show the king the absurdity of his decision by an equally foolish act [J1191.1].

When the king casts her out and allows her only to take with her the one thing she holds dearest [J1545.4], she takes her sleeping husband with her and thus moves him to forgive her. (Uther, 2004: I, 494).

[La granjerita lista [J1111.4]. Este tipo combina varios episodios introductorios con una parte principal en común.

Introducciones:

(1) Un rey busca una esposa y/o conoce a una joven lista por casualidad.

(2) El padre de la niña encuentra un mortero de oro en un terreno y, en contra del consejo de su inteligente hija, se lo lleva al rey, quien también exige el mazo del mortero [H561.1.2].

(3) Una disputa entre un granjero y un noble en la corte se resuelve dándole a ambos unos acertijos para que los resuelvan [H630-H659]. La hija del granjero da la respuesta correcta [H561.1, H583.7, H583.9, H641.1, H631.3, H632, H633, H636, H583.8].

(4) Un rey encuentra a una niña en su casa. Cuando le pregunta sobre sus parientes, ella contesta con ingenio e inteligencia.

Parte principal:

La niña lista tiene que desempeñar varias tareas establecidas por el rey [H373, H712, H1050-H1055, H1057, H1058, H1061-H1065, H1010, H1022.1, H1024.1, H1024.1.1, H1021.6.1, H1021.1, H1023.9, H1023.7, H1023.1, H951, J1191.2, H1152.1, H1185, H601]: Debe ir al rey ni desnuda ni vestida, ni en caballo ni a pie. Debería estimar el valor de la barba del rey, o tejer una tela con solo unos pocos hilos. O bien, tiene que hacer que huevos cocidos salgan del cascarón [J1191.2, H1023. 1.1] (cf. Tipo 821B), o trinchar un ave y darles piezas apropiadas a todos los miembros de la familia (cf. Tipo 1533).

El rey se casa con la niña [L162] pero le ordena que no se entrometa en sus asuntos. Cuando resuelve injustamente una disputa entre dos granjeros, ella le aconseja al hombre agraviado que le muestre al rey lo absurdo de su decisión por un acto igualmente tonto [J1191.1].

Cuando el rey la destierra y solo le permite llevarse la única cosa que tenga más querida [J1545.4], ella se lleva consigo a su esposo dormido y así lo mueve a que la perdone. (Traducción de Laura Moreno Gámez)]

Resumen de ATU 1533

The Wise Carving of the Fowl [H601]. This tale exists chiefly in two different forms:

(1) A poor man (farmer, clever man) brings his master (ruler) a chicken (dove, goose, etc.) as a present. The master asks him to divide the bird appropriately among the members of his household. The poor man gives the master the head and his wife the neck, because the head and the neck belong together (the wife the rump, because she sits at home, or the heart). He gives the two sons the legs, because they work outside the house to support the household, and the two daughters the wings, because they will fly away. He takes the body for himself. The master rewards him well for his wisdom. Cf. Type 875.

Sometimes the tale continues: A neighbour hears of the poor man's good fortune. He brings the master a present of five chickens along with rice. When he is asked to divide these appropriately he cannot do so, and he is beaten.

(2) Sometimes as a conclusion to the version above: A master asks the poor man to divide (these) five chickens (other birds) among the members of his household. The poor man gives the master and his wife one bird, to make three. Likewise he gives one to the two sons and one to the two daughters. Finally he takes the last two for himself, to make another set of three. Cf. Type 1663. (Uther, 2004: II, 261-262).

[La trincha sabia de las aves [H601]. Este cuento existe principalmente en dos formas diferentes:

(1) Un hombre pobre (granjero, hombre inteligente) le trae a su maestro (gobernante) un pollo (paloma, ganso, etc.) como regalo. El maestro le pide que divida el pájaro adecuadamente entre los miembros de su hogar. El pobre le da al maestro la cabeza y, a su mujer, el cuello, porque la cabeza y el cuello pertenecen juntos (la mujer el trasero porque se queda en casa, o el corazón). A los dos hijos les da las patas, porque trabajan fuera de casa para mantener al hogar y a las dos hijas, las alas, porque echarán a volar. Él toma el cuerpo para sí mismo. El maestro lo recompensa bien por su sabiduría. Cf. Tipo 875.

A veces, el cuento continúa: un vecino se entera de la buena fortuna del pobre. Le trae al maestro un regalo de cinco pollos junto con arroz. Cuando se le pide que los divida adecuadamente, no puede hacerlo y es golpeado.

(2) A veces, como conclusión de la versión anterior: un maestro le pide al pobre que divida (estos) cinco pollos (otras aves) entre los miembros de su hogar. El pobre le da al maestro y a su mujer un pájaro, para que sean tres. De la misma forma, le da uno a los dos hijos y otro a las dos hijas. Finalmente, él toma los dos últimos para sí mismo, para hacer otro grupo de tres. Cf. Tipo 1663. (Traducción de Laura Moreno Gámez)]