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Notas
Esta versión, transmitida en cabileño, ha sido traducida por Óscar Abenójar.
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Traducción
Había una vez un gato que había asustado a las personas de su familia, y por eso lo habían echado de casa. Entonces se puso a caminar y a caminar hasta que se encontró con un burro que estaba comiendo hierba, y le dijo:
—¡Eh, burro! ¿Quieres venir conmigo y acompañarme?—.
Y el burro respondió:
—No, no voy a acompañarte. ¿Dónde voy a encontrar algo mejor que esto? Ahora estoy comiendo hierba, y cuando vuelva a casa mi dueña me dará todavía más hierba y luego me quedaré durmiendo toda la noche. ¿Y tú pretendes que vaya contigo?—.
Y el gato le dijo:
—Entonces quédate. Yo he escuchado que van a construir una casa y que pretenden cargar todo [el material] sobre tu espalda—.
Entonces el burro aceptó acompañarlo. Se fueron juntos. Caminaron y caminaron hasta que se encontraron con un cordero. Entonces le dijeron:
—¡Ven con nosotros!—.
Y dijo el cordero:
—¿Adónde?
—A la Meca, si Dios quiere —le respondieron.
Entonces el cordero les dijo:
—¿Y cómo se os ocurre que vaya con vosotros? Aquí puedo comer hierba hasta saciarme, y sé que luego, por la tarde, mi dueña me dará heno. Comeré hasta saciarme y después me pondré a dormir tranquilo. No puedo ir con vosotros—.
Al oír aquello el gato y el burro le dijeron al cordero:
—¿No te has enterado?
—No, no me he enterado —respondió el cordero.
Entonces le dijeron:
—El domingo van a construir los cimientos [de la casa] y tienen la intención de sacrificarte—.
El cordero, al escuchar aquello, aceptó acompañarlos. Entonces caminaron y caminaron hasta que se encontraron con el jabalí y le dijeron:
—¡Ven con nosotros!—.
Y dijo el jabalí:
—No voy a ir con vosotros. Aquí estoy bien. En este bosque encuentro todo lo que necesito para comer—.
Y los demás le dijeron:
—Entonces quédate si quieres. Pero tal día van a prender fuego a este bosque, y todo lo que hay dentro se va a quemar, incluso tú—.
El jabalí cambió de opinión y aceptó acompañarlos. Caminaron y caminaron hasta que se encontraron con el gallo. Y entonces le dijeron:
—¡Gallo!, ¿quieres acompañarnos?—.
Y el gallo dijo:
—¿Adónde queréis que vaya? Yo estoy bien aquí. Como de lo que hay en esta tierra y sé que por la tarde mi dueña me dará un puñado de trigo. Me lo comeré y luego me iré a la cama a dormir—.
Entonces los demás le dijeron:
—¿No te has enterado de que fulano está enfermo y de que quieren sacrificarte para que se cure?—.
Y el gallo aceptó acompañarlos. Caminaron y caminaron hasta que en un bosque lejano vieron una casa de la que salía humo. Entonces pensaron: “Vamos a esa casa. Si encontramos seres humanos, pues nos las arreglaremos para vivir con ellos y si encontramos animales, nos comerán”. Como tenían muchísima hambre y no encontraban otra solución, decidieron acercarse a la casa. Caminaron y caminaron hasta llegar a la casa. Pero antes de llegar, el gato les dio un consejo:
—Mirad, si allí encontramos seres humanos, viviremos con ellos. Pero si encontramos animales y nos preguntan por la cena, entonces les diremos que ellos se encargarán de servir el cuscús y que nosotros nos ocuparemos de la carne. —Los animales, por el camino, habían encontrado una cabeza de león. Así que el gato les dijo— En cuanto lleguemos y se pongan a servir la cena, yo os diré: “¡sacad la cabeza grande, que somos una familia numerosa!”. Entonces vosotros vais y metéis la cabeza del león en el saco y luego la volvéis a sacar. Después yo os volveré a decir lo mismo, y vosotros haréis lo mismo. Y así hasta siete veces... La séptima vez os diré “¡eso es, con esa cabeza tendremos para todos!”—.
Caminaron y caminaron hasta que llegaron a la casa. Una vez allí les vio el león, que vivía con un jabalí, y se puso contentísimo, porque vio que se estaban acercando un gato, un burro, un gallo y un cordero. ¡Y los tenía a todos a su alcance! Iba a comer hasta quedarse saciado, e incluso le sobraría comida para varias semanas. Entonces el león les dijo: “¡Bienvenidos, bienvenidos!”.
Los demás animales les dieron las gracias, y después el león les preguntó por la cena. Le dijeron que él se encargaría del cuscús y que ellos pondrían la carne.El león aceptó y encendió un gran fuego, que iba de una esquina a otra [de la casa] y que desprendía mucho humo. El calor llegaba hasta fuera de la casa. En realidad el león pretendía comerse al cordero. El gato le dijo al cordero:
—¡Cordero, saca la cabeza que está dentro del saco!—.
Entonces el cordero se dirigió hacia la bolsa y sacó la cabeza del león. Y luego el gato gritó:
—¡No, esa es pequeña! ¡Saca la grande!—.
El cordero volvió a meter la cabeza [del león] dentro del saco y volvió a sacarla. Entonces el gato volvió a decirle que no, que debía sacar la mayor, porque era la única que podría dar de comer a todos.Y fueron repitiendo la misma operación hasta siete veces. Entonces el león, que los había estado observando atentamente, se quedó pensativo: “Ellos solos han conseguido matar a siete leones, y yo aquí estoy solo… ¿Qué harán conmigo? ¡Pueden matarme y hacerme añicos!”.
Entonces cocinaron la cabeza del león, se la comieron y se pusieron a charlar. Cuando llegó el momento de dormir, les dijo el león:
—¿Dónde vais a dormir?—.
El cordero le respondió que él sabía muy bien dónde iba a dormir: iba a dormir en el establo. Luego le preguntó al burro, y este le dijo lo mismo que el cordero: “en el establo”. Y el gallo le dijo que él iba a dormir en el gallinero. Después le preguntó al jabalí, y este le respondió que iba a dormir delante de la puerta [de la casa]. Preguntó al gato, y le dijo que su lugar estaba claro: “al lado del kanun[1]”. Preguntó al chacal[2], y le dijo que iba a dormir en la entrada.
Pero los animales invitados habían preparado un plan para aquella noche. Cuando era de noche cerrada, el león y el jabalí se quedaron dormidos. Entonces el gallo empezó a gritar y a mover las alas. El cordero comenzó a soltar balidos y a darle coces al suelo. El burro se puso a rebuznar y a dar coces al suelo. El gato le dio la vuelta al kanun y lo tiró fuera de la casa. Entonces al león y al jabalí les entró mucho miedo y salieron corriendo de la casa a toda prisa.
Luego el gato fue a buscar una hoz, unas pinzas y una barra de hierro. Las llevó a la casa y las dejaron al fuego hasta que se pusieron al rojo vivo. Fuera de casa el león le dijo al chacal:
—¡Chacal! Ya que tú oyes muy bien, ¿por qué no vas a escuchar lo que están diciendo ahí dentro?—.
El chacal se fue de mala gana. Se acercó a la casa y puso la oreja en la puerta. Entonces [los animales de la casa] le perforaron la oreja con la barra de hierro que estaba al rojo vivo. Y el chacal volvió muy dolorido. Entonces los demás le preguntaron qué le había pasado, y él respondió:
—Nada, pues nada, que fui a escuchar lo que estaban diciendo. Pero he cogido frío y no he podido escuchar nada—.
Le pidieron al jabalí que fuera a escuchar. Se fue [a la casa], se acercó a la puerta y puso la boca en la puerta. Entonces [los animales de la casa] cogieron las pinzas al rojo vivo y le cortaron la boca. Después volvió con los demás, y sus compañeros le preguntaron qué había escuchado. El jabalí les contó que no había escuchado nada de nada, que solo había oído viento y ruido.
Entonces el león dijo:
—Si os deja vuestro señor león,
ya no habrá quien traiga noticias[3]—.
Y se fue el señor león para informarse de lo que estaba pasando dentro de la casa. Se acercó a la casa y puso la mejilla en la puerta. Al momento el gato cogió la hoz, que estaba al rojo vivo, y le cortó la mejilla al león. El león volvió con sus compañeros y les preguntó:
—¡Por favor, decidme! Cuando fuisteis a la casa, ¿no os pasó nada raro?—.
Y dijeron:
—¿Qué te pasó a ti?—.
Y dijo:
—Pues en cuanto puse la cara en la puerta, mi mejilla desapareció. Por suerte fue solo una bofetada. Mirad, ¡me he quedado sin mejilla!—.
El chacal le dijo:
—¡Ah, si te cuento lo que me pasó a mí…! En cuanto puse la oreja en la puerta, [mi oreja] también desapareció. ¿Y tú, jabalí?—.
Y el jabalí respondió:
—Por suerte a mí me atrapó solamente con los dedos. ¡Con solo tocarme la boca, me la arrancó de cuajo!—.
Entonces le dijo el león:
—¡Si me lo hubieras dicho antes, te habría curado! ¡Y a tu hermanos también! Pero como no habéis dicho nada, pues os voy a comer—.
Y, sin más, el león se los comió a los dos.
[1] Kanun: brasero de alfarería de pequeñas dimensiones que se coloca a la derecha de la puerta de entrada de las casas tradicionales de la Cabilia.
[2] La informante se equivoca en varias ocasiones al enunciar los nombres de los animales que se instalan en la casa. Con frecuencia confunde entre el chacal” (cab. uccen) y el gato (cab. amcic). Al final del cuento confesó que no se acordaba bien, y que no era el chacal, sino el gato, a quien habían echado de la casa. Tampoco menciona anteriormente que el chacal vivía con el león y el jabalí en la casa.
[3] La informante formuló estos versos en árabe dialectal: Ma yakhdhak dadek sbaâ, / makench li y djiblek smaâ.