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Notas
Esta versión, transmitida en bereber mozabita, ha sido traducida por Óscar Abenójar.
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Traducción
Cuentan que una vez, hace mucho, mucho tiempo, una mujer y su hijo iban caminando solos por el Sahara. Estaban en pleno desierto, y por allí no había nada de nada… Al cabo de un rato, como empezaron a tener mucha hambre, la mujer se puso a implorar a Dios que les enviara algún alimento. Rezó y rezó sin parar, hasta que, por fin, Dios les envió un pedazo de pan. Ella, rápidamente, lo partió en dos pedazos. Se comieron uno de ellos, y el otro lo guardó para después.
Unas horas más tarde al niño le entraron ganas de hacer sus necesidades, y como estaban en medio del desierto, tuvo que hacerlas directamente en el suelo. En cuanto hubo terminado, la madre se puso a buscar algo para limpiar al muchacho. Pero por allí no encontró nada apropiado; así que cogió el trozo de pan que les había sobrado y lo limpió con él.
Entonces Dios los castigó a los dos, porque el pan es un alimento sagrado. Los dejó colgados de la luna. Y, por eso, desde aquel día la luna tiene unas manchas, que son las siluetas de la madre y del niño que se perdieron en el desierto.