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Notas
Esta versión, transmitida en árabe, ha sido traducida por Óscar Abenójar.
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Traducción
Al principio del mundo, antes incluso de que los seres humanos hubiesen sido creados, Dios todopoderoso, rey soberano, creó a los ángeles y a los demonios. Tanto unos como otros fueron enviados a la tierra, moraron en ella y se extendieron por todas partes.
Pasaron los años, y entonces los ángeles y los demonios libraron una gran batalla. De aquella guerra resultaron vencedores los ángeles, y todos los demonios, a excepción de dos o tres, fueron completamente exterminados. Los demonios fueron derrotados, y Dios llevó a los ángeles al cielo. Después Dios creó la tierra. Y a medida que la iba moldeando, le dijo:
—¡Tierra! Si me obedeces, serás recompensada. Pero, si te atrevieras a desobedecerme, te castigaría—.
Y la tierra respondió:
—¡No, Dios mío! ¡Te obedeceré!—.
Y así fue como creó la tierra… Después creó el paraíso, y le dijo:
—Si me obedeces, serás recompensado. Pero, si te atrevieras a desobedecerme, te castigaría—.
Y el paraíso respondió:
—¡No, Dios mío! ¡Te obedeceré!—.
Y el paraíso fue creado. También habló con el fuego. Le dijo:
—Si me obedeces, serás recompensado. Pero, si te atrevieras a desobedecerme, te castigaría—.
Y el fuego respondió:
—¡Te obedeceré!—.
Por último, creó el mar. Y el mar, una vez que fue creado, también aceptó obedecer a Dios.