Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Traducción
[Quinto:] —Era el año 45, estaba mi hermana, la última hermana, | éramos nueve hijos, nueve hijos… | La última hermana, no se me olvidará nunca en toda la vida, ¿eh? Iba siempre llena de cardenales, siempre con la cadera llena de cardenales, ¿sabes? Toda llena de manchas negras, así y asá. La buena de mi madre cogió la ropa y se la llevó a un mago. Un mago como el que había aquí en Padul[1] y le dijo [el mago]:
—¡Mira que esto son las brujas!
—¡Brujas!
—¡Que te agarran y te chupan la sangre!
—¡Te chupan la sangre!—.
Y le dijo el mago, no se me olvidará nunca, le dijo el mago:
—¡Eh, Gì! —Gilda se llamaba— ¿Sabes lo que tienes que hacer? Tienes que coger la ropa de tu hija… —Era pequeña, era pequeña… | Era la ropa esa, esa como la camiseta, ¡eh!, prendas pequeñas— Y las tienes que llevar con alguien, a un cruce de caminos. —Eh, yo... fui yo y entonces... a este cruce de caminos. Le dijo:
—¿Dónde tengo que ir?—.
Le dijo:
—Tienes que ir por fuerza al cruce de Chimp[2], a la travesía —le dijo tal cual. ¿Sabes la travesía, la encrucijada? Allí el camino: uno va a Civitell[3], el otro a...[4] | — Luego, tienes que coger dos palos, dos hijos tuyos con dos bastones, luego pones la ropa allí en el suelo, uno aquí y el otro ahí, con los bastones, uno está alzado y el otro para abajo, uno está alzado y el otro para abajo, uno está alzado y el otro para abajo. Se tienen que alternar, pum, pum, pum..., para sacudir la ropa. —La ropa que llevaba de mi hermana pequeña.
Luego, cogimos la ropa, fuimos mi hermano y yo y nos dijo cómo teníamos que hacer. Nosotros lo hicimos ¿No te lo crees? ¡Ah! ¡Tú no te lo crees!
Después de unos quince días, la niña, mi hermana, estaba como estaba antes, como ahora, como éramos nosotros, blanca como la leche. El mago después dice que..., que habían sacudido la ropa y la bruja había..., había desaparecido de aquella casa de allí arriba. Ya no volvió más y a mí no se me olvidará nunca.
Entonces, el otro día salió esta conversación aquí en el círculo. Sabatin[5], yo... ¿no?, en fin, mucha gente:
—Pero ¿es cierto que antes esto y lo otro?
—¡Sí!—.
Y yo me acuerdo siempre, una estaba aquí arriba en la explanada…, aquí arriba en la explanada. Aquí, madre mía..., aquí en la explanada, más arriba de la última casa, allí donde están los Tarallon, que luego la vendió. Ahí, ahí. Una vieja que tú cuando pasabas, te daba miedo de lo fea que era, más que el hambre. [La casa] estaba más abajo que la de Tarallon y la otra estaba nada más llegar por el camino. Había una escalinata, pero era una casa vieja, abajo había un horno y arriba estaba la casa. ¿Y otra... y otra sabes dónde estaba? Aquí arriba en Campiglio, no se me olvidará nunca.
¿Entiendes cómo era el asunto? Y esta es la historia que digo yo.
Lo que yo sé no es que…, | uno qué tarda en contarlo, no se tarda nada, pero a mí no se me olvidará nunca. Mi hermana después de unos quince días, la piel estaba como esta de aquí, ya no tenía las manchas porque estaba, dice, luego cogió mi madre que en paz descanse y la llevó otra vez allí:
—¿Has hecho lo que…, lo que..., lo que te he dicho yo?
—Sí, lo he hecho, lo he hecho.
—Bueno, cuando pasen otros quince días a tu hija ya no la toca nadie más porque con los bastonazos que le han dado a la ropa —le dijo—, como si se los hubieran dado a la bruja—.
La cosa esa era la bruja, pero yo me lo creo. Cuando murió, esa murió sola, esa estaba sola aquí arriba en la explanada, y allí, aquella de allí de Campiglio también y había otra en…, pero esa trabajaba la tierra en la granja del cura de aquí abajo, pero eso yo no me lo creo, pero esta de aquí arriba yo me lo creo por lo fea que era, más que Picio. Una mujer pelirroja, con el pelo todo rojo, más fea que el hambre.
[Recopiladora:] —¿No había otra aquí abajo también pelirroja? Alguien me lo ha dicho, que había una señora pelirroja también en Nocella.
[Quinto:] —¡Ah, esa! A esa le dicen la trapera.
[Recopiladora:] —¡Ah, la trapera!
[Quinto:] —La trapera le decimos nosotros.
[Recopiladora:] —¿Esa también era una bruja?
[Quinto:] —Eh, esa también era, pero la otra yo te lo juro, te lo juro, esto es cierto, esta de aquí arriba yo me lo creo, y me creo también que cuando le puso esta ropa que sacudió..., después de unos quince días, diez días, la piel era como esta de aquí, había desaparecido, desaparecido, estaba toda negra la piel aquí. ¿Entiendes la historia? Ahora, si tú la quieres contar, la cuentas.
Pero yo te digo la verdad, los otros no, los otros no, | yo meto la mano en el fuego, pero me lo creo, lo he creído, lo he creído desde pequeño pequeño, yo tenía doce, trece años, ¡eh!, cuando fuimos a sacudir la ropa.
¶
Transcripción
[Quinto:] —Era lu 45, c’era mia sorella, l’ultima sorella, | s’avam nov fij, nov fij… | L’ultima sorella, pe la vita j n m dimentich maj, eh?, jav simbr ndoss, simbr ng la vit ndoss, sai? Tutt li macchj nere, così col’altr. La buna d mia madre ha pres i pann e la purtat ng nu magaron. Nu magaron come quell che sctav qua a li Padul e j’ha ditt [lu magaron]:
—Vit ca quess cià li sdreg!
—La sdrega!
—Che gli va addos e t si surb lu sangu!
—T si surb lu sangu!—.
Ajja dett lu magaron, io non mi dimentica maj, j’ha dett lu magaron:
—O, Gì! —Gilda s chiamav— Sai che devi fare? Devi prende i pann di tua fijia… —Era piccul, era piccola… | Er li pann quelli sotto, quelli come la cannottiera, eh!, roba piccula— E li dev purtare ng uno, nu cruc sctrad, —eh, io… ci sono andato io e allora… a stu cruc sctrad. J’ha dett:
—Dove devo andare?—.
Ajja ditt:
—Devi andare p forz a lu bivio di Chimpl, a la travers —je diss tale e quale. Lu si la travers, lu bivj? Là la sctrad: un va a Civitell, un va a… | — Poi, devi prendere due bastoni, due figli tuoi ng du bastoni, poi metti li pann là a la sctrad, uno di là e uno di qua, con i bastoni, uno è alz e un abbass, uno è al e un abbass, uno è alz e un abbass. Si dev accordaren, pum, pum pum…, a batte li pann. —Li pann che purtev mia sorella piccula.
Poi, avam presi sti panni, abbiamo andat io e mio fratello e ajja dit come dovevamo fare. Noi ci abbiamo fatto. Ci cred? Ah! Tu non ci credi!
Dopo na quindicin di giorni, la bambin, mia sorelle, aer com aer prim, com mo, com s’eravam noj, bianc com lu latt. Quell dop dic che…, che era battut li panni, e quella si era… si era scumparita da quella casa su. Non ci veniva più e ij non mi dimentica mai.
Mo, l’aldro giorno saam scit in discorso quaggiù a lu circul. Sabatin, ij… no?, nzomm, parecchi:
—Ma aè lu ver prim coscì, cuscì, cuscì?
—Sì!—.
E ij mi ricordo sembre, uno aer quassù a le piane…, quassù a le piane. Quassù, mamma mia…, quassù a le piane, quassù l’uldima casa, là dua scta chissà de Tarallon, che mo dop s la rvnnut. Là, là. Una vecchia che tu uand passiv su, t mttev spavend p quand aer brutta, quand’è la fame. Quell [casa] stav d giù da chill de Tarallon e quell sctav appena vieni de la sctrada. C’erano i gradini, però aer na casa vecchia, sotto c scteve nu forn e sobr c sctev quell. E n’nadra… e un’adra sai dov’era? Quassù a Campiglio, non mi dimentica mai.
Capit com’er lu fatt? E quesct ae lu fatt che dico ij.
Quell che io so non è ch…, | un ch c’armett a dicet, nn giarmett niente, però ij non mi dimentica mai. Mia sorella dop na quindicina di jurn, la pell aer come quescta qua, non era più macchiata pchè era, dic, dop j’ha pres li pann la bunalm de la mamma mia e l’arrputat naddra vodd là:
—Hai fatt com…, com fatt..., com t’ho detto io?
—Sì, ciò fatto, ciò fatto.
—Bè, s n pass nandre quindic giorni tuo figlio no la tocca più nessuno pchè quell ng li basctunat ch’aer pres li pann —j diss—, ndè quand c l’avev pres quella sdrega—.
Quell cos ch’er la sdrega, però io ci credo. Quando morì, quello morì da sola, quella stav da sola quassù a li pian, e là, quella là a Campiglio pure e un’aldra stev su…, ma chell stev a cuntadin su la massarij de lu predd quaiù, ma quell ij non ci credo, ma questa quassù io ci credo p quand’aer brutt, quand la fam. Una donna rossc, con i capelli tutt rossc, brutta quand’è la fame.
[Raccoglitrice:] —Ma non ce ne stava un’altra quaggiù rossa? Qualcuno me lo ha detto, che c’era na signora rossa pure alla Nocella.
[Quinto:] —Ah, quell! A quell j s dic la cngiar.
[Raccoglitrice:] —Ah, la cngiar!
[Quinto:] —La cngiar aj diciaem noj.
[Raccoglitrice:] —Pure quella era strega?
[Quinto:] —Eh, aer pure quella, però quella là io te lo giur, te lo giur, questa è la luce, a questa quassù j cred, e ja cred pur pe quand ajja mess questi panni cche a battut…, dop quindici giorni, dieci giorni, la pelle er come questa qua, aer scumpars, scomparita, quell er tutt ner qua la pelle. Capit com aè lu fatt? Mo se tu la vuoi arcundà, l’arcund.
Ma ji ti dic la verità, quell n, quell n, | io ci metto la mano ammezza al fuoco, ma c cred, c’ho creduto, c’ho creduto da piccul, da piccul, j avev dodici, tredici ann, ah!, quand sam andati a batt i panni.