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Notas
Este registro ha sido recopilado en el marco del proyecto de I+D (Excelencia) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades “Documentación, tratamiento archivístico digital y estudio lexicológico, histórico-literario y musicológico del patrimonio oral de la Andalucía oriental” (referencia: FFI2017-82344-P), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Agradecemos la valiosa ayuda ofrecida por Mari Fe García Torrecillas.
Bibliografía
IGRH: 0194
Otras versiones de "San Antonio y los pájaros"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
RODRÍGUEZ PASTOR, J. (1996). Algunas manifestaciones folkloricas en torno a san Antonio de Padua. Revista de Folklore, 16 (186), 84-98.
TRAPERO, M. (1990). Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias. Madrid: Nieva.
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Transcripción
San Antonio bendito suplícale a Dios inmenso
que por su gracia divina alumbre mi entendimiento,
para que mi lengua refiera el milagro
que en el huerto obraste de edad de ocho años.
Desde niño fue criado con mucho temor de Dios,
fue querido de sus padres y del mundo admiración.
Fue caritativo y el perseguidor
de todo enemigo con mucho rigor.
Su padre fue un caballero cristiano, honrado y prudente
que mantenía su casa con el sudor de su frente.
Y tenía un huerto donde recogía
cosechas y frutos que el tiempo traía.
Una mañana, un domingo, como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa, cosa que nunca olvidaba.
Y le dijo: —Antonio, ven acá, hijo amado,
escucha, que tengo que darte un recado.
Mientras que yo estoy en misa, gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos todo lo echan a perder,
entran en el huerto, pican el sembrado
por eso te encargo que tengas cuidado—.
Se metió su padre a misa, en la iglesia se sentó,
y Antonio queda cuidando y a los pájaros llamó.
—Venid, pajaritos, dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho que tenga cuidado.
Para que yo mejor pueda cumplir con mi obligación,
voy a encerrarlos a todos dentro de esta habitación—.
Fue caritativo y el perseguidor
de todo enemigo con mucho rigor.
Lleno de alegría San Antonio estaba
y los pajaritos alegres cantaban.
Llega su padre de misa, a todos les mandó callar,
viene su padre a la puerta y le empezó a preguntar:
—¿Qué tal, Antoñito, qué tal, hijo amado,
has cuidado bien de los pajaritos?
—Para que yo mejor pueda cumplir con mi obligación,
todos los tengo encerrados dentro de la habitación—.
Abre las ventanas, puertas a la par,
por ver si las aves se querían marchar.
(Y) Antonio les dijo así: —Señores, nadie sale
los pájaros no se marchan hasta que yo no lo mande—.
(Y) al ver su padre milagro tan grande,
al señor obispo trató de avisarle.
Ya viene el señor obispo con grande acompañamiento,
quedando todos confusos al ver tan grande portento.
Se pone en la puerta y les dijo así:
—Venga, pajaritos, ya podéis salir. [Com.]
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[Com.: Yo lo que no sé es los pájaros. El nombre de los pájaros.]