Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Esto eran dos viejecitos y arrecogieron dos niñas huérfanas y todos los días las llevaban el viejecito y la viejecita a la sierra a coger leñita y al cabo del tiempo se hartó el viejecito de las niñas y dice:
—¿Cómo nos desaceremos nosotros de las niñas? —dice— Pues nos vamos a deshacer—.
Entonces cogió | una era tonta y la otra era normal. Agarró y las dejó en el monte solas y se vino a su casa y las niñas se perdieron. Y se pusieron a llorar en un camino, venga llorar, venga llorar, venga llorar… y pasa una negra. Dice:
—¿Ay, niñas, por qué lloráis?—.
Dice: —Porque mi abuelito se ha ido al pueblo y nos ha dejado solas y nos hemos perdido—.
Dice: —Bueno, pues venirse conmigo—.
Y se fueron con la negra. La negra tenía una hija y las quería para matarlas. Y entonces se quedaron allí con ella por la noche. Hizo un guiso de carne y le decía la, la que no era tonta le decía a la tonta:
—No comas, no comas, ¿no estás viendo que eso es un niño? No comas—.
Dice: —¡Ay!, déjame, déjame, que tengo tanta hambre…—.
Dice: —Mujer, déjala que coma—.
Otra vez: —No comas, ¿no ves que es un niño?—.
Dice: —¡Ay!, déjame, que tengo mucha hambre—.
Bueno, pues agarró la negra, cuando llegó la noche, dice:
—Pues yo a mi niña todas las noches la peino, le hago una trenza. Y a ustedes os voy a dejar el pelo suelto—.
Bueno, pues a la medianoche estaban durmiendo la negra y la niña. Y la que no era tonta cogió y a su niña le soltó el pelo y ellas se fueron y a la medianoche despertó la negra a oscuras para que no despertaran, le tocó la trenza y le cortó la cabeza a su hija. Y cuando se dio cuenta, que se encendió la luz, era su hija, decía:
—¡Ay, Beatricilla, que si te pillara, te cortaba el pescuezo con el cuchillo que se lo corté a mi hija!—.
Pues Beatricilla y la otra se fueron a un chocito, huyendo y había allí un viejecito y dice:
—¡Oy! ¿Por qué huis?—.
Dice: —Porque nos va a matar una negra—.
Dice: —¡Ea! Pues quedarse aquí—.
Pues se quedaron con el viejecito y cuando el viejecito ya estaba allí con ellas, dice:
—Abuelito, ahora voy a ir y me voy a traer un loro que tiene la negra.
—Chiquilla, no vayas, que te va a matar—.
Dice: —No, ese me lo traigo yo—.
Y decía el lorito: —Que me llevan, que me traen—.
Y decía la negra: —Lorito, ¿te quieres callar?—.
Pues que se llevó el loro. Ahora dice:
—Pues mañana voy a ir y me voy a traer un gallo y nos lo vamos a comer—.
Dice el gallo: —¡Kikirikí!—.
Y ella: —¡Beatricilla, que si te pillara, te cortaba el pescuezo con el cuchillo que se lo corté a mi hija!—.
Pues se llevó el gallo. Al otro día:
—Ahora voy a ir y me voy a traer un borrego—. Pues se trajo el borrego.
—¡Beatricilla, que si te pillara, te cortaba el pescuezo con el cuchillo que se lo corté a mi hija!—.
Y entonces dice la niña: —Pues ahora voy a ir y voy a matar a la negra—.
Agarró e hizo una caja muy grande y se sentó a la vera de la caja y se lio a llorar. Y viene la negra y dice:
—¡Ay, niña! ¿Por qué lloras tanto?—.
Dice: —Porque se me ha muerto mi madre y esta caja es chica para ella—.
Dice: —A ver, me voy a meter yo, a ver si yo quepo—.
Se metió la negra en la caja, le cerró la caja, le metió fuego y la mató. Y ya se quedó ella con su hermana y su abuelito y ya está.
Y se acabó mi cuento con pan y pimiento.