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Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
De manera que era un hombre pobre que había estudiado un poquito… a su manera. Y era como un sanador y nadie lo llamaba pa que lo curara porque no tenía dinero, era pobre y nadie se fiaba de él. Y entonces un día se le presentó la muerte y le dijo:
—Yo te voy a ayudar, tu pones un letrero en tu puerta: “Soy el Doctor Sabelotodo”. Y cuando vengan, que yo estoy a la cabecera, po le mandas aunque sea agua con carbonato o lo que sea, que se cura. Que estoy a los pies po dices: “yo no lo puedo curar, este hombre no tiene arreglo”—.
Bueno, po fue una mujer con un niño, que se estaba muriendo y dice:
—Tiéndelo aquí en la cama—.
Lo tendió en la cama y vio la muerte en la cabecera. Dice:
—Po este se cura, este niño se va a poner bueno.
—Que no, que vengo de todos los médicos más buenos, que… | —.
Dice: —Usted le va a dar esta bebida y él se pone bueno—.
Le dio la bebida y el niño se puso bueno y aquello se cundió por tos partes y todo el mundo iba. Cuando decía: “Po este no tiene arreglo”. Y entonces se moría. Y ya el médico aquel…
Y entonces el hijo del rey se puso malo y claro, aquello se cundió y llevaron al hijo del rey al dortor Sabelotodo. Y cuando llegó dice:
—Tenderlo en la camilla—.
Lo tendieron en la camilla y vio la muerte a los pies. Y dice: “¿Cómo le digo yo al rey que su hijo se muere? ¿Cómo voy a hacer yo esto?”. Y entonces cogió y dice:
—Dadle media vuelta a la camilla—.
Antes que la muerte se diera cuenta le dieron media vuelta y quedó la muerte en la cabecera. Y dice:
—Dale este agua y estas cosas, que se cura—.
Y, y se curó el rey. Pero la muerte se le presentó por la noche y le dijo:
—Me has hecho una traición. Que yo te dije que cuando yo estuviera en la cabecera… | tú me has traicionado. Y ahora te voy a llevar pa que tú veas… | —.
Y lo llevó a una habitación mu grande, mu grande, mu grande… y había muchas velas. Unas velas mu grandes con un pedazo de cera mu grande, ardiendo mucho y otras eran mu chiquititas con un poquito de eso, apagándose. Dice:
—Esta era la vela del rey y como tú le pusiste eso, pues ahora es esta: una vela grande, ardiendo y esta era la tuya. Tú has cambiado tu vela por la del rey, o sea, que a ti te queda esto, un poquito, a ti ya no te queda vida—.
Y entonces empezó a suplicarle a la muerte y dice:
—Si no quieres que te | morirte aquí debajo, vete a tu casa que ya… | —.
Y entonces se fue corriendo a su casa y al llegar a la puerta, se murió.
Y ya se acabó el cuento con pan y pimiento.