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Notas
Agradecemos la colaboración de Eréndira Alejandra Ortega Medina en la edición digital de este registro.
Bibliografía
IGRH: 0169
Este registro fue previamente editado en: Miguel Ángel Peña Díaz (2019). El repertorio de poesía de tradición oral de Milagros Rego Carrasco y Dolores y Salud Oca Ramallo, Jerez de la Frontera, 1994. Boletín de literatura Oral, 9, 321-356.
Otras versiones de "Don Bueso"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
LÓPEZ ESTRADA, F. (1984). El romance de Don Bueso y la canción de La peregrinita en el cancionero folklórico de Antequera. En De los romances-villancico a la poesía de Claudio Rodríguez: 22 ensayos sobre las literaturas española e hispanoamericana en homenaje a Gustav Siebenmann, 253-263. Madrid: José Esteban.
MENÉNDEZ PIDAL, M. (1948). Los romances de don Bueso, BHi, 50, 305-312.
PIÑERO RAMÍREZ, P. Manuel (2001). Los montes de Oliva: el encuentro de la canción lírica con el romance en Don Bueso. En Carlos Alvar Ezquerra (coord.), Lyra mínima oral: los géneros breves de la literatura tradicional: actas del Congreso Internacional celebrado en la Universidad de Alcalá, 28-30 octubre 1998, 353-360. Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá.
PIÑERO RAMÍREZ, P. Manuel (2001). La configuración poética de la versión "vulgata" de "Don Bueso". En Mercedes de los Reyes Peña, Rogelio Reyes Cano, Klaus Wagner (coord.), Sevilla y la literatura: homenaje al profesor Francisco López Estrada en su 80 cumpleaños, 109-132. Sevilla, Universidad de Sevilla.
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Transcripción
Al pasar por Casablanca pasé por la morería,
yo vi una mora lavando, lavando en la fuente fría.
Yo le dije: —Mora bella—, yo le dije: —Mora linda,
deja beber mi caballo de este agua cristalina.
—No soy mora, caballero, que soy cristiana cautiva,
me cautivaron los moros día de Pascua Florida.
—Si quieres venir a España, aquí en mi caballería.
—¿Y los pañuelos que lavo, dónde yo los dejaría?
—Los finos, finos de Holanda, aquí en mi caballería,
y los que no valgan nada por el río abajo irían.
—¿Y mi honra, caballero, dónde yo la dejaría?
—Yo juro de no tocarte hasta los montes de oliva—.
Al llegar a aquellos montes la mora se echó a llorar.
—¿Por qué lloras, mora bella?, ¿por qué lloras, mora linda?
—Lloro porque en estos montes mi padre a cazar venía
con mi hermano Moralejo y toda su compañía.
Mi padre se llama Juan, mi madre, Doña María,
y mi hermano que yo tengo se llama José María.
—¡Ay, Dios mío, lo que oigo, Virgen Sagrada María!
Pensé de traer mujer y traigo una hermana mía.
—¿Cuánto daría usted, madre, por ver a su hija querida?
—Le daría toda mi riqueza y también la vida mía.
—Abre puertas y balcones, ventanas y celosías
que ya apareció la dama que llora de noche y día.
—Abre puertas y balcones, ventanas y celosías
que ya apareció la dama que llora de noche y día.