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Bibliografía
Otras versiones de "La anunciación"
Otras versiones de "Dudas de San José"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Aproximarse a escuchar estos buenos villancicos
que sirven para pasar la Nochebuena un ratito:
un buen pan de aceite, un buen mantecao,
pavo relleno y una bota al lao.
Una noche en sus aposentos soñó la Virgen María
que el hijo de Dios eterno en su vientre encarnaría.
La Virgen decía: —Que quería yo más,
que lo que he soñado fuera realidad—.
Llegó la noche siguiente, vuelve a soñar otra vez
lo mismo y que nada de ello le dijera a san José.
La virgen decía: —¿Dios mío, qué es esto?—.
Y un ángel le dice: —Será verdad esto—.
Y un ángel le dijo: —“Señora, es muy cierto”—.
—¿Quién es esta voz tan dulce, que de señora me trata,
no mereciéndome yo tantísimas alabanzas?—.
—Eso y más señora, merecéis también
porque has de ser madre del Dios de Israel—.
San José ve que a su esposa el vientre se le aumentaba
empieza a tomarle celos sin saber lo que pasaba:
—Dios mío, Dios mío, ¿Dios mío qué es esto?,
levanta mi esposa nuestro juramento—
Hasta que un día le dice: —Yo me voy a tener que ir
que no quiero que la gente hable mal de ti y de mí—.
La virgen decía:
—¿A dónde te vas a ir pobre viejo y sin dinero?
Por donde quiera que vayas te irán ladrando los perros.
Anda y no te vayas de mi compañía.
Mira que mi vientre ha de ser tu guía—.
San José coge su ropa y al salir de la […]
—Yo me iré a un desierto y allí pidiré,
y Dios que te ampare, dicha de mi bien—.
San José coge su ropa y se va de la ciudad
y al salir de la ciudad,
oye una voz que le dice: —“Dime, José, dónde vas”—.
Al oír la voz se queda parado
y un ángel se le puso al lado.
—Vuélvete, José, a tu casa; pide a tu esposa perdón,
que lo que lleva en su vientre no es por obra de varón.
Que ha sido elegida por el padre eterno,
para que sea madre del rey de los cielos—.
—Me arrodillo, esposa mía, si […] de aquí
hasta que no me perdones lo mucho que te ofendí.
Perdóname, reina entre las mujeres,
bendito es el fruto que en tu vientre tienes—.
—Y tendrás tu ropa muy bien preparada
que esta noche haremos la primer jornada—.
Prencipian a caminar por barrancos y cañadas;
tanta es la escarcha que había, que no se puede andar.
San José decía: —Ven, cariño mío,
acércate a mí que hace mucho frío—.
Llegaron adelante a la puerta de un mesón:
—Abre, mesonero, abre. Abre, mesonero, mío,
que traigo mi esposa aquí, que viene helada de frío—.
Dice el mesonero: —No se puede abrir,
saber que hace frío ¿para qué salís?—.
Recordó la mesonera que la Virgen había […]
Le dice la Virgen: —Quédate con Dios,
que el Señor te premie tu mal corazón—.
Recordó la mesonera que le tenía que echar
a la mula de comer para ir a trabajar.
Al echarse al suelo, la luz se apagó
y contra la esquina se dio un cuscurrón.
Salió dando brincos, muy acelerado,
y al entrar a la cuadra la mula le dio una coz.
Y a la entrada de la cuadra la mula le dio una coz.
Sale dando brincos, muy acelerado;
le piso la perra, le tiró un bocado.
Recordó la mesonera que la Virgen había llamado
y fue en busca su marido se lo encontró ensangrentado.
La Virgen le dice: —El Señor te ha castigado—.
Recordó la mesonera que la Virgen había llamado
y fue en busca de su marido y se lo encontró ensangrentado.
—Te ha castigado tu mal pensamiento
por llamar la Virgen y no haberle abierto.