El milagro del trigo

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Referencia catalográfica: 1578r

Informantes

Bibliografía

Estudios

ATERO BURGOS, V. (1988). El romance de La huida a Egipto en cuatro versiones gaditanas: sus variantes con otras formas hispánicas. Guiniguada, 4, 51-71.

HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, A. (2006). El milagro del trigo: de los evangelios apócrifos al folklore y la literatura. Culturas Populares, 3. Recuperado de: El milagro del trigo: de los evangelios apócrifos al folklore y la literatura (uah.es)

MINGOTE, J. L. (1986). Iconografía y tradición oral. El milagro del campo de trigo en la huida a Egipto. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 41, 109-133.

TRAPERO, M. (1990). Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias. Madrid: Nieva.

VERGARA, F. y FRAILE, J. M. (1984). El milagro del trigo, un tema apócrifo. Revista de Folklore, 44 (4b), 45-52.

Transcripción

[La Virgen] va caminando     y un labrador se encontraron,

y le pregunta la Virgen     —¿Labrador, qué estás sembrando?

—Aquí estoy sembrando     unas pocas piedras.

—Pues si siembras piedras,     piedras te se vuelvan—.

Llegaron más alante     y otro labrador se encuentran

y le pregunta la Virgen:     —¿Labrador, qué es lo que siembras?

—Aquí estoy sembrando     un poquito trigo

para que a otro año     salga florecido—.

—Pues ve mañana y lo siegas     con ninguna detención.

Este favor te lo hace     el mismo hijo de Dios,

y si vienen mañana por mí preguntando     les puedes decir,

que estando sembrando     pasé por aquí—.

Cuando llegó la noche     el labrador fue a su casa

contándole a su mujer     lo que en el día le pasa.

[…] fueron      a buscar peones

pa segar el trigo     con sus zamarrones.

Estando segando el trigo,     cuatro hombres a caballo

por una mujer y un niño     y un viejo va preguntando,

y el labrador dice:     —Cierto es que los vi,

estando sembrando     pasar por aquí.

—¿Qué señas lleva esa gente,    hombre desengañador?

—La mujer es muy bonita     y el niño parece un sol,

y el viejo que va con ellos     lleva la gracia de Dios.

El viejo le lleva     quince años lo menos—.

Cuando esto oyen,     echan mil reniegos.

Rodearon sus caballos     echando mil insolencias,

de ver que no se les logra     el mal intento que llevan.

El intento era     degollar al niño

y llevarlos presos     todo aquel camino.