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Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Bueno, pues esto era vez un hombre que iba a pescar y un día que estaba pescando se puso el agua azul, azul y salió un pez y le dijo:
—Te concedo tres deseos, si no me matas. Si no me sacas del agua, te concedo tres deseos—.
Entonces le dijo el hombre que sí. Y dice:
—Bueno voy a ir a decírselo a mi mujer, a ver mi mujer los deseos que quiere—.
Entonces se lo dijo y la mujer no se lo creía. Pero como él le dijo que sí, que fueran a la orilla del mar, pa que lo viera y entonces fue la mujer y lo vio al pez. Y le dijo:
—Yo quiero una casa como un palacio y quiero tener criados y quiero…—.
Y cuando volvieron, po la casa era un palacio, tenía sus criados y tenía to. Y ahora ya estaban muy bien, dice:
—Po todavía nos quedan dos deseos—.
Dice: —Po ahora quiero que todo el mundo me obedezca, todas las vecinas que no eso, | que me obedezcan, que sean |—.
Y entonces fue otra vez y se lo dijo, que quería que la obedeciera to el mundo, que to el mundo le rindiera pleitesía, que to el mundo fuera a sus pies. Y entonces el pez dice:
—Volved a casa—.
Volvieron y…, y otra vez tenía to lo que había dicho. Bueno po ya la tercera vez dice:
—Po como me queda un deseo, yo ahora quiero ¡el sol, la luna y las estrellas!
—Yo no voy a pedirle eso al pez.
—Po tienes que ir—.
Total, que el hombre era muy bueno y allá que va a pedirle al pez el deseo. Y dice:
—Mi mujer quiere el sol, la luna y las estrellas—.
Y entonces el agua en vez de tornarse toa azul, se puso negra, negra, negra, negra, negra, el pez se metió para dentro y salió un palo muy grande y dice:
—Esto es lo que necesita tu mujer—.
Y cuando llegó ya no había ningún deseo, se le habían acabao los deseos y entonces la mujer estaba hecha una fiera diciendo que qué había hecho, que si había matao al pez… Y le iba a pegar al marío y el marío como llevaba el palo aquel, cogió el palo y el palo solo se disparó pegándole y, y le pegó un palizón como un demonio por haber querío lo imposible.
Y ahí se acabó el cuento con pan y pimiento.