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Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Era un | Juanillo el Herrero, que era mu malo y un día estaba desesperao y le dijo: “le ofrezco mi alma al demonio”. Bueno, pues pasaron los días, los días y un día, vamos, vio lo que había dicho y eso… y entonces le dijo a la mujer:
—Vamos a hacer de aquí p’alante na más que obras de caridad—.
Bueno, pues estaban un día en su casa y se presentó un hombre vestío de blanco y le dijo:
—¿Me da usted posada esta noche?
—Sí, sí. Ea, niña, ponle de comer y la cama de nosotros pa él. Nosotros dormimos en el suelo—.
Total, viendo por la mañana lo bueno que había sío, al despedirse le dice el Señor, él no sabía que era el Señor. Le dijo:
—Po pídeme un deseo—.
Dice: —Po mira, ya que me has dicho eso, te voy a pedir que to el que se siente en esa silla, no se pueda levantar hasta que yo no lo mande—.
Dice: —Concedido lo tienes—.
Bueno, dice: —Pídeme otro, son tres deseos—.
Dice: —Po mira, en ese saquillo que hay ahí, el que caiga en ese saco no se pueda mover hasta que yo no, no lo diga—.
Dice: —Po concedío lo tiene —dice—. Otro—.
Dice: —Po mira, ese árbol que está ahí, que es de peras —dice— el que se monte en ese árbol que se quede pegao ahí hasta que yo lo diga—.
Dice: —Ea, po concedío lo tienes—.
Po ya se fue y le dice a la mujer:
—¿Quién sería ese?—.
Bueno, po ya cuando pasaron muchos años, que ya estaba él más viejo, vino el demonio mayor, le dijo a uno de los demonios:
—Llégate por Juanillo—.
Po bueno, po se llega a por Juanillo, como le había ofrecío su alma a, al demonio, po ya lo vieron viejecito, dice:
—Po llégate a por Juanillo—.
Se presenta el demonio y le dice:
—Juanillo, que vengo por ti—.
Dice: —¿Por mi? Eso ya está hecho, siéntate en esa silla, que ya me voy a vestir pa irme—.
Se sienta en la silla y cuando dice a levantarse no se podía levantar de la silla:
—Juan, por Dios, déjame que me levante, Juan, venga, que nos tenemos que ir, Juan… —dice— Juan, que me voy sin ti—.
Dice: —¡Po, arrea!—.
Y se fue. Cuando llegó al infierno le dice:
—¿Qué te has venío, sin Juan te has venío?—.
Dice el otro, dice: —Po mañana voy a ir yo—.
Po va el otro y le dice:
—Juan, ayer no te quisiste ir con mi compañero—.
Dice: —¡Qué va! Que no se esperó que yo me vistiera, pero yo me quería ir. Anda, coge ahí, en ese saco, que hay unos cuantos de melones y vamos a coger uno para el camino—.
Se mete la cabeza en el saco, lo empuja y lo mete dentro del saco. Y ahora no se podía salir del saco, porque, claro, lo que le había dicho el otro. Y:
—Juan, déjame salir, Juan, por Dios, no hagas esto… —total, harto de porfiar le dice— Juan, que me voy sin ti—.
Dice: —¡Po, arrea!—.
Y se fue.
Total, cuando llegó al infierno, le dice el demonio mayor:
—¿Otro que te has venío sin Juanillo?—.
Dice: —Otro—.
Dice: —Po mañana… mañana voy a ir yo—.
Va y, y cuando llegó dice:
—Juan, eres, eres muy malo ¿eh?, te vas a tener que | pero hoy no me voy yo sin ti—.
Dice: —Si yo siempre me he querío ir, lo que pasa es que esta gente no se quieren esperar—.
Dice: —Suba usted a coger unas perillas, mientras que yo me visto, suba usted a coger unas perillas ahí al árbol—.
Cogió y se subió y se quedó pegao en el árbol. Y se lió con él:
—Vente, Juan, que no me hagas esto, Juan que yo me tengo que ir contigo hoy, Juan… —dice— Juan, que me voy sin ti—.
Dice: —¡Po arrea!—.
Y también se fue sin él.
Dice: —¡Ah! Cuando yo me muera, me echas el gorro y las estenazas —le dijo a la mujer— en la caja me echas el gorro y las estenazas—.
Bueno, po, po cuando llegó la hora, se murió Juanillo, po le echó la mujer el gorro y las estenazas. Y cuando se murió, po el alma se fue derecha al infierno. Cuando llegó al infierno, estaban allí tos los demonios… y, y… echándose fuego, echándose de to… | Lo que dicen que es el infierno. Y él se lio con tos, se lio con tos… no podían con él, se lio con las estenazas… total y lo echaron. Lo echaron fuera del infierno y subió al cielo.
Y cuando llegó al cielo estaba san Pedro sentao en la puerta del cielo. Y más pa adentro, po estaba el Señor. Y cuando llegó le dijo san Pedro:
—Tú aquí no puedes entrar porque tú adonde tienes que ir es al infierno—.
Dice: —Dejadme entrar que yo aquí no voy a ser tan malo, que...
—Que no, que tú no puedes entrar—.
Hizo así, se quitó el gorro y lo echó pa dentro. Y estaba el Señor allí sentado y le dijo:
—Déjame entrar por el gorro siquiera ¿no?—.
Y cuando entró por el gorro le dice el Señor:
—Juan, siéntate y no te muevas más—.
Y se quedó allí sentao y se quedó en el cielo para toda su vida ya.