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Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Contaba que dice que una familia, también humilde, bueno, pues tuvo un, un hijo y ellos querían una hija, y venga a repetir, y venga a repetir, y na más nacían que varones, y así hasta siete, nacieron siete varones. Bueno, pues, dicen, vamos a, vamos a ver si, venga, vamos a intentarlo una última vez, a ver si puede ser, que, que queremos una niña, que salga una niña. Bueno, pues al final, nació una niña, pero nació tan pequeñita, tan pequeñita y tan débil, que pensaban que, que se iba a morir y que no, que no saldría adelante. Y entonces mandó | dice la madre al mayor:
—Hijo, haz el favor, vete a la iglesia corriendo, coge una poca de agua bendita de la pila y tráela que bauticemos a tu hermana, porque se nos muere, y por lo menos que muera bautizá, que no, que no muera con el Pecado Original, ¿no?—.
Bueno, pues mandaron al mayor, y tanto tardar, tanto tardar, "¿y este muchacho adónde se habrá ido?". Al siguiente:
—Hijo, vete, busca a tu hermano, y traed el agua bendita que bauticemos a la niña, tu hermana, que, que se nos muere y va, y va a morir con, con el pecado y no | venga, que, que vaya al Cielo—.
Bueno, pues así hasta los siete. Y los siete pues se entretenían con otros críos en la calle, a jugar, se habían olvidao del recado y se habían olvidao de to. Y la madre se enfadó tanto, tanto, tanto, que echó una ma-, les echó una maldición. Dice:
—Ojalá, por no haber traído el agua para bautizar a vuestra hermana, os convirtáis en cuervos y salgáis volando—.
Pues fue acabar de decir eso y, y pasó por encima del tejao de la casa siete cuervos negros, unos más grandes, otros más pequeños, con un negro que, que deslumbraba el color que tenía.
Bueno, pues así pasaron los años. La niña se desenreó, se hizo mayor, los padres | el padre murió, la madre antes de morir, porque a la niña le habían dicho en el pueblo que había tenío unos hermanos pero que por una maldición había pasao una cosa muy rara que habían desaparecío. Y bueno, al final, la madre antes de morir, le contó a, a la hija que, lo que había hecho, ¿no?, que los había mandao porque estaba ella muy mala, que se iba a morir, y que pa bautizarla y no habían llegao, se habían entretenío a jugar, y que les había echao una maldición, y a raíz de esa maldición se habían convertío en cuervos, y que estarían por ahí por los mundos, y que, vamos, que eso se lo quería confesar antes de, de morirse.
La madre murió y la hija se acordó de, de los siete hermanos, y dice, pues voy a buscarlos, voy a salir a buscarlos. Y andar, y andar, y andar, y andar, y andar, y por fin ya, después de tanto andar y tantos sitios correr y moverse, llegó a una casa, llamó a la puerta, era ya de noche, que a ver si le podían dar alojamiento por esa noche y salió una anciana a recibirla. Y dice:
—Yo de buena gana te, te quedabas aquí, pero es que mira, tengo un | es un problema, no, no puedes, porque es que yo estoy | sirvo a siete cuervos, y como te encuentren aquí, te devoran y me matan también a mí.
—No, no se preocupe, venga, yo me escondo, yo…—.
Bueno, pues al final convenció a la, a la anciana, entró en casa, y le dio de cenar. Cenó, y cuando barruntó que llegaban los, los cuervos:
—Escóndete, escóndete ande sea—.
Bueno, pues la muchacha se escondió detrás de un armario y entraron los cuervos, cada uno a su sitio. Todos tenían puesto cubiertos, los vasos con, con la bebida, y la comida. Y en cuanto se sentaron, dice el cuervo, el cuervo más grande:
—¡A carne humana me huele!—.
Y le decía la anciana:
—¡Qué te va a oler, soy yo, la de to los días!, ¡que no!, ¡que aquí no hay nadie!, na más estamos que vosotros y yo.
—¡Que no!, ¡que no!, a carne humana me huele.
—¡Que no!, que no hay nadie, no hay nadie, venga, a cenar, cenar que…, que id cenando—.
Bueno, pues, se pusieron a cenar y cuando el cuervo grande metió el pico en el vaso para beber sacó un anillo.
Ese anillo lo había puesto ahí la, la muchacha, era el anillo de la madre, y entonces el cuervo sacó el anillo, lo vio, dice:
—Este es el anillo de madre. Si estuviera aquí nuestra hermana y nos diera un beso en el pico a cada uno nos desencantaría—.
Salió la hermana de detrás del armario. Los fue besando en el pico uno a uno, y se desencantaron.
Cogieron toas las pertenencias que tenían y volvieron a casa. Y volvieron por siempre felices y comieron perdices, y a Marco le dieron con los huesos en las narices.