Los dos deseos

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Clasificación

Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1607n

Informantes

Recopiladores

Notas

Fuera de la grabación la informante dice que “así siguieron toda la comida y los demás días hasta que el padre se hartó de la madrastra y la echó de la casa. Y él y su niño se quedaron viviendo solos la mar de bien. Y se acabó el cuento”.

Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

Transcripción

Un hombre que se casó de segundas y, y la mujer miraba mu malamente a… | tenía un niño con doce o catorce años y lo miraba muy malamente. Total y el padre por quitarlo de, de compromiso de la casa, le compró unos cochinillos y tos los días iba al campo a darle de comer a los cochinos. Y, y se encontró un hombre:

—Niño, ¿tú qué haces por aquí?

—Yo, mire usted, que no tengo madre, lo que tengo es madrastra, y me mira muy malamente y mi padre con tal de evitar cuestiones me ha comprado estos cochinillos y me tiene to el día por aquí dándole de comer a los cochinos.

Estaban a la orilla del río y dice:

—Pos voy a pasar el río.

Y el niño no sabía que era el Señor:

—Pos súbase usted en mi cochino que no se moje los pies.

Total, que lo pasó y cuando llegaron a la otra punta dice:

—Tú pídeme lo que quieras, tú pídeme lo que quieras, menos dinero, porque dinero no llevo. Pero, lo que tú me pidas yo te, yo te lo doy—.

Dice: —Pues yo lo que quiero es una honda, que cada vez que yo quiera tirar un chino, mate un pájaro o un conejo o una liebre o lo que sea—.

Dice: —Pos nada, [¿ahí lo tienes?]. Pídeme otra cosa.

Y dice: —Quiero una flauta que cada vez que yo la toque dé mi madrastra un peo.

Total que dice: —Pos bueno, tómala.

Pos el niño estaba deseando de llegar a la casa, se fue más temprano que tos los días con dos o tres perdigones y un conejo. Cuando dice la madrastra:

—Ya está aquí el niño, fíjate a la hora que viene que traerá los cochinos que no les habrá dado de comer siquiera. —Y dice— ¿Y eso? Eso es que se lo habrás quitado tú a cualquiera, los pájaros esos…—.

Dice: —No, un hombre que me lo encontré y me lo ha dao.

Total, que dice la madrastra, le dice al marido:

—¿Tú sabes lo que vamos a hacer, que hoy ha sido el niño bueno? Que vamos a convidar a al compadre y a la comadre que viven ahí enfrente, los vamos a invitar a comer.

—Ea, po bueno—.

Total, cogen los conejos y los perdigones y lo ponen con arroz y convidan a los compadres y el niño estaba deseando de ver si aquello marchaba o no marchaba. Y se va, como si estuviéramos aquí, al patinillo y [¿fue a ver si eso marchaba?] y hace el niño “¡pi!” y hace la madrastra “¡pi!”. Y dice el compadre:

—Comadre, que se le ha escapao a usted…

—¡Ay, compadre!, ¡Ay, vaya por Dios! Eso ha sido sin pensarlo.

Y el niño otra vez “¡pi!” y la madrastra “¡pon!”, otro.

—Valiente sinvergüenza —dice el marido—, valiente sinvergüenza, ¿de modo que para eso has convidado a los compadres?