Esto era un zapatero que tenía muchos chavales y entonces agarró y dice:

—María, qué mala está la cosa. Que ni se arreglan zapatos, ni se hacen botas, ni,  ni na… —Y los curas tenían un cochino que le decían “el cochinito del Señor”. Dice— Esta noche cuando pase el cochinito del Señor, le vamos a echar unos cachitos de pan, le vamos a pegar un chavetazo —dice— y lo vamos a echar en una tinaja y nos lo vamos a comer pa Pascua—.

Me cago en la leche, pasa el cochino que pasaba de noche, lo cogen, lo matan y lo echan en una tinaja.

Y llega el día de Pascua y el cochino no aparece y dice el cura, dice: “Ea, pos vamos a invitar a todas las mujeres a la iglesia a confesar y a comulgar”.

Dice: —Hoy tienen que ir todas las mujeres a la iglesia a confesar y a comulgar—.

Y entonces cuando estaban las mujeres en la iglesia dice:

—Tenéis que decir todas la verdad, a ver el cochino del Señor adónde ha ido a parar. Y si no, pues os castiga Dios—.

La María, la pobre, confesó y le dijo que su marío había matado el cochino porque tenía mucha hambre. Y a los dos o tres días cogieron al marío y lo llevaron a la iglesia la guardia civil pa que declarara delante de to el pueblo que había matao al cochino. Y eso, los curas allí en el púlpito:

—Este hombre va a decir la verdad de la verdad de la pura verdad—.

Y venga con la verdad y entonces dice:

—Ea, di la verdad.

—Pos voy a decir la verdad —dice—. En el pueblo de santa Inés, el cura se joía a todas las mujeres del pueblo y a la que queda que joé es a la mujer del alcalde y se la va a joé esta tarde—.

Y se liaron con el cura y le pegaron una paliza entre toas las mujeres del pueblo…

Y ya está.