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Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Las tres gallinitas que estaban escarbando en una estercolera. Estaban escarbando, escarbando, coge una y “pun”, empieza a descubrir una casita de madera. Y dicen las hermanitas:
—¡Anda!, ¡qué bien! Tenemos una casita. Así nos metemos ahora y ya cuando venga la zorra no nos come.
—¡No, no! Ésta es mía sola—.
Na, pues entonces ya las otras empiezan a escarbar, escarbar y coge otra y empieza también a descubrir otra casita pero aquella era de material, como las casas estas de pared.
Y dice la otra:
—¡Uy! ¡Anda, esta es mejor que la de la hermanita. Aquí nos metemos las dos—.
Y dice la otra:
—¡No! Esta me la he encontrao yo y es pa mí sola. Escarba tú a ver si te encuentras otra—.
Y entonces llega la otra “pun” empieza a escarbar y se encuentra una de hierro. Se encuentra una de hierro, ea pues ya están las tres en las casitas y viene la zorra. Llega a la de la casita de palo, de madera, dice:
—¡Anda, gallinitas, qué bien estáis ahora, cada una con su casita! ¿Por qué no me dejas entrar a verla?
—¡No! No te dejo entrar, aquí no puedes tú entrar—.
Dice: —Pues mira que como no me dejes entrar, me pego un peo y te rompo la casita y te como.
—Bueno, intenta, a ver si eres capaz—.
Entonces coge la zorra, le vuelve el culo, ¡prún! Le pega un peo y allá va la casita volando. Cogió, entró “pun” y se comió a la gallinita.
Pues llega a la otra, dice:
—Anda, gallinita, tu casita esta es más buena que la de tu hermana. ¿Por qué no me dejas entrar a verla?—.
Y dice:
—¡No, no, no! Aquí no puedes tú entrar—.
Entonces agarra y cogió… y dice:
—Mira que como no me dejes entrar, te hago lo que a tu hermanita: me pego un peo, te rompo la casita y te como—.
Y dice:
—Bueno, pues intenta a ver si eres capaz—.
Se vuelve y ¡pón! Se pega un peo y nada. Pero se pegó otro más gordo ¡prompón! A la casita a volar también, y se la comió a la gallinita. Entonces ya que se había comido a las dos, va en busca de la de hierro. Y dice:
—¡Anda! Esta sí que es bonita, tu casita, déjamela ver—.
Dice: —¡No, no, aquí no entras tú! Porque si no, me vas a comer como a mis hermanas—.
Y dice: —No, no, yo quiero na más entrar y verla.
—¡Que no, que no entras!—.
Dice: —Pues mira que te voy a hacer igual que a tus hermanas, te voy a pegar peos y te la rompo la casita y entro y te como también. Déjame entrar—.
Dice: —¡Que no, que no entras!—.
Entonces agarra y empieza la zorra a volver el culo y se lía a pegar peos, venga pegar peos... Pero como era de hierro que no la podía romper, hasta que se le rompió el culo a la zorra.
—Anda, ¿y ahora qué hago yo con el culo roto?—.
Entonces agarró y dice la zorra:
—Pos voy a ir a en ca’el latonero a que me eche un culo de lata—.
Y ahí había un latonero y dice:
—Bueno, esto veremos a ver cómo te lo yo puedo arreglar—.
Y le echó el culo de lata y dice:
—¿Esto cuándo lo vas a tener?
—Hasta mañana no te lo puedo yo tener—.
Coge, a la otra mañana, llegó la zorra, dice:
—¿Qué, está ya el, el culo?—.
Dice: —Sí, le quea un poquillo, le estoy poniendo unos remaches y ya mismo va a estar—.
Ea, cuando le puso el culo de lata, va otra vez en busca de la gallinita.
—Gallinita, ¿por qué no me dejas entrar? Que yo no te hago na.
—Que no, que no entras—.
Dice: —Pos, mira ¿a ti no te gustan los higuitos, pasaítos, que están muy buenos?—.
Dice: —A mí sí—, dijo la gallinita.
Pos agarra y se va y le dice:
—Pues mira, yo sé dónde hay una higuera que tiene unos higos mu pasaditos, mu buenos y allí puedes entrar, puedes ir tú a la hora que quieras y te hartas de higos:
—¿Bueno, eso dónde está?
—Eso, detrás de un cerro que hay ahí más allá, está.
—Bueno, pues mañana me iré por ellos, mañana temprano.
—¿A qué hora vas a ir?—.
Le dijo que iba a ir a las siete o por ahí. Dice:
—Pues entonces nada, tú vas y coges los que quieras—.
Entonces la gallinita como ya le dijo a las siete pues agarró y “pun” se fue una hora antes p’abajo.
Cuando llegó la zorra, ya la gallinita no estaba allí. “Anda, la gallinita no habrá venío”, se llevó un ratillo esperando, cuando dice:
—Gallinita, no has ido por los higos, como te dije—.
Dice: —Escucha, yo es que fui a las seis—.
Dice: —Anda, ¿y, y mañana vas a ir?—.
Dice: —Sí que voy a ir.
—¿Cuándo vas a ir?—.
Dice: —A la hora de esta mañana, que fui a las seis, que era una hora mu buena, a esa hora voy otra vez—.
Y agarró, “pun, pun”, la gallinita y se fue una hora antes también. Cuando llegó la zorra allí otra vez, la gallinita ya no estaba allí otra vez.
—Gallinita, me has engañao otra vez, no has ío.
—Que sí, que fui, que es que fui antes. Una hora antes—.
Dice: —¿Y mañana vas a ir?
—Sí, que voy a ir también—.
Pero ya como la zorra se dio cuenta de que iba siempre una hora antes, pues agarró la zorra “pum” y fue también allí y cuando llegó “pon”, se la encontró en lo alto de la higuera. Dice:
—Anda, ¿y ahora? Ahora te pillé—.
Pero al mirar pa arriba, la gallinita, “pun”, le pegó un churretazo de mierda en el ojo y se queó la zorra que no vía. En lo que se limpiaba, “uh”, la gallinita volando, fue y se metió en la casita. Y cuando llega:
—Gallinita, si yo no te | yo te lo dije na más para asustarte. Yo no te hago na, déjame entrar, que yo soy amiga tuya…
—Que no, que no, que no, que no. Que no. Bueno, te voy a dejar entrar pero va a ser por donde yo te diga. Tienes que entrarte por la chimenea.
—Bueno, por donde tú quieras.
—Pero espérate un poquito que te voy a poner un colchón pa que cuando al caer, no te hagas daño—.
Y la gallinita lo que puso, un perol de aceite muy grande, y cuando ya estaba caliente bastante, agarró y dice:
—¡Ea! Ya te puedes echar—.
Y agarró y “pun”, y se cayó en el perol y allí se frio.
Y terminó el cuento con rábanos y pimientos, sardinas asás, chocolate con pan y ya no hay más na.