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Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Era un matrimonio, tenían una niña y la mujer del hombre murió. La niña, claro, se quedó sin madre y el padre se casó con otra mujer que, a su vez, era viuda y tenía otra niña. Entonces la madrastra era muy mala, la niña de la madrastra también era mala y la niña del hombre era muy buena. Entonces la madrastra la mandó al campo a buscar fresas y con un canastito le metió su merienda, le metió pan y chocolate y la mandó y le dijo:
—Mira, ve al campo y me tienes que traer el canasto lleno de fresas. Como no traigas las fresas no entras más en la casa, aquí—.
Y la niña fue al campo y estaba todo nevao porque era invierno, había mucha nieve, todo el campo cubierto de nieve. Y había una casilla en el campo y en el escalón de la puerta se sentó la niña mu triste porque no podía… no encontraba fresas, cuando hay nieve, estaba todo el campo cubierto, no se veían fresas. Entonces se le presentó un enanito y le dijo:
—Niña, buenas tardes, ¿me quieres dar tu merienda?—.
Y dice la niña:
—Sí, yo sí, toma, cómetelo todo—.
Y le dio su pan y chocolate. Entonces el enanito dice:
—Pues en premio, toma esta escoba —le dio una escoba de baretas, dice— barre esta nieve—.
Y cuando la niña barrió la nieve, pues se encontró todo el campo lleno de fresas. La niña llenó su canastito de fresas mu contenta.
—Y además —le dijo el enanito—, en premio por lo buena que has sido, por haberme dado tu merienda, cada vez que tú hables te saldrán monedas de oro de la boca—.
Entonces la niña llegó a su casa, la madrastra extrañada de que trajera fresas, porque es que en invierno era imposible encontrar fresas. Y claro, la niña empezó a contarle lo que le había sucedido con el enanito y al hablar le salían monedas de oro de la boca. Entonces la madrastra ¿qué hizo? Mandar a la suya, a su hija pa que le pasara igual, pa que también echara monedas de oro, pero como la niña de la madrastra era muy mala, pues cuando llegó a la, a la casilla, hizo igual que la otra, se sentó y vino el enanito, le pidió de comer, le pidió la merienda, la niña no se la quiso dar. Entonces el enanito dice:
—Pues por mala, en castigo, cada vez que hables te saldrán de la boca sapos y culebras—.
Entonces la niña llegó a su casa, y empezó a contarle a su madre lo que le había pasao y cada vez que hablaba, a todas las palabras que decía, le salían sapos y culebras de la boca. Y la madrastra, su misma… que era su madre, la madrastra de la otra, de la buena, huyó horrorizada al ver que a la niña no paraban de salirle sapos y culebras.
La moraleja pos será eso, hombre, de la buena y de la mala, el premio a, a la niña buena y el castigo a la mala.