Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
El cuento de Periquillo. Esto era uno que estaba sentao y era en el tiempo de las moscas. Tú sabes que las moscas se ponen mu pesás. Y una mosca, al plato, otra mosca y otra mosca… y cogió y pegó un puñetazo y mató siete… moscas. Y era zapatero, se llamaba Periquillo. Y se hartó de, de la zapatería, como tantos se hartan. Se pone una gorra y se pone un letrero: “De un puñetazo maté a siete”. Total, se pone el letrero en la gorra: “De un puñetazo maté siete”. Y se va a buscar fortuna, a buscar la vida y cuando… llega a un rancho, buscando trabajo, ¿eh?, po entonces le dijeron que sí, que había trabajo pa los cochinos, que era porquero.
Y lo primero que le dijo, que, que no fuera al vecino, porque era un gigante. Y estaba de hierba lo del gigante, de comida… y los cochinos enmayaos. No podía entrar porque le temía to el mundo al gigante. El gigante, ya ves, le daba un empujón y lo mataba. Y dice: “Pos yo me voy a meter aquí”. Y cuando llegó el gigante, lo cogió allí con los cochinos, dice:
—¿Usted qué hace aquí?
—¿No lo ves? Dándole de comer al ganao, que está enmayao—.
Y se queda el gigante mirando y le lee la gorra. Dice: “De un puñetazo maté a siete”, “Yo que soy solo…”. Fue el gigante y dice:
—Bueno, po lo echas afuera y andando—.
Y venga pasar los días, y pasar… y entonces, claro, los cochinos con la comida que había y eso, estaban locos de contentos. Le dice el gigante:
—Te tienes que venir conmigo con los cochinos, que yo te doy el doble y te hago esto y te hago lo otro y te doy…—.
Él vio el cielo abierto, po se fue con el gigante a los cochinos. Y el gigante lo que quería, avasallarlo en to. Dice el gigante:
—Hoy vamos a ir por agua—.
Entonces el gigante llevaba una pipa, él no podía ni con la pipa vacía. Y llega al pozo el gigante, ¡Uh! Y él dice:
—Me se ha olvidao la mejor herramienta —cogió una escardilla grande.
Dice el gigante “¿Qué va a hacer este con la escardilla?”. Bueno, po el gigante cargó enseguía y él se lio con la escardilla a escarbar el pozo, pa llevarse el pozo. Y el gigante como… bueno, po… que le ganó la apuesta.
—No, hombre, no, yo me la llevo—.
Se volvió con la pipa y volvió y se llevó la suya y el otro haciéndole burla al gigante. Bueno po al otro día dice:
—Mañana vamos a ir con la honda a cazar—.
Una honda, pa tirarle a los pájaros. Po él decía: “¿cómo me busco yo esto?”. Dice:
—No, a los pájaros no, lo vamos a echar a ver quién llega más lejos—.
Y él como andaba con los cochinos pa’arriba y pa’abajo, se encontró unas codornices que volaban… y el gigante tiró una piedra. Y dice:
—Eso es na—.
Coge debajo del brazo la codorniz… la codorniz se perdió de vista. Y le ganó y ya el gigante lo quería matar y él se dio cuenta que lo quería matar. Po dormía en una chabolita, como lo que era, un porquero. Total que hizo la cama y puso un ceporro de leña, la gorrita puesta y llegó el gigante por la noche y dice: “No te vas a escapar”. Le pegó dos leñazos y se quitó de en medio. Al otro día por la mañana en el campo antes se freían las rebanás.
—Ya huelen las rebanás—.
El gigante se quedó mirando: “si yo lo he matao”. Le dio al tronco. Po el gigante tenía tres hijas y entonces él ya se puso en lo último. Vienen unos tratantes comprando cochinos, como él andaba con los cochinos…
—¿Usted vende los cochinos?—.
Dice: —Yo sí, que los vendo —los cochinos eran del gigante y entonces dice—, con una condición, que hay que cortarles los rabos a tos, a los cochinos.
—Venga, trato hecho—.
Les cortaron los rabos y él se levantó por la mañana mu temprano y se lio a meter los rabitos allí en el sitio aquel pantanoso. Y entonces el gigante:
—¿Ya has salío con los cochinos?
—Sí, ya he salío. Voy a llevarle el café—.
Y estaba pegando voces:
—¡Gigante! ¡que los cochinos se han metío ahí!—.
Llegó el gigante con una fuerza que tiene pegó un tironazo y se quedó también metío allí. Entonces, a la primera se pudo levantar pero sacó otro, dice:
—Se ha partío el rabo. Po vamos a coger otro—.
Y al coger otro se quedó metío hasta no poder más. Y le dice:
—Voy a ir por una escardilla—.
Dice: —Niña, me ha dicho tu padre que, que vamos a hacer el amor.
—¿Cómo es eso?—.
Y entonces dice: —Que sí—.
Y eran tres. Dice: —Asómate—.
Dice: —¿A cuál a la más grande o a la más chica?—.
Dice: —A la que tú quieras —por la escardilla.
Y se tiró a una de ellas y se acabó el cuento.