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Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Había una vez una familia. Eran un padre, una madre y un, y un hijo. Eran muy pobres, no tenían dinero, y cada día conseguían comer a duras penas porque tenían la despensa siempre vacía y poco dinero para poder comer.
Un día, después de pasar muchas penas, la madre murió y la llevaron a enterrar al cementerio.
Esa noche, cuando estaban el padre y el hijo solos en casa, el hijo empezó a llorar porque tenía muchísimo hambre, y la despensa se había quedado completamente vacía.
—¡Papá, papá, tengo mucho hambre!
—Pero hijo, si ya sabes que no tenemos nada.
—Es que me están rugiendo las tripas.
—¿Y yo qué quieres que haga, si no tenemos nada? ¡Aguanta un poco!—.
Pero el hijo no dejaba de llorar, y ya el padre desesperado, dijo:
—Hijo, lo único que se me ocurre, es que vayamos al cementerio, desenterremos a tu madre, y le saquemos la asadura, nos la traemos a casa y nos la comemos—.
Y así lo hicieron.
Cuando volvieron a casa hicieron la cena y se fueron a dormir.
Cuando ya estaban en la cama, de pronto: “¡toc, toc, toc, toc!” Oyeron unos golpes en la puerta y una voz que decía:
—Dame la asadura dura
que me robaste de mi sepultura.
—¡Ay, padre, padre! ¿Quién será?
—¡Déjalo, hijo!, que ya se marchará.
—No me voy, no, porque entrando por la puerta estoy—.
“¡Toc, toc, toc, toc!”
—Dame la asadura dura
que me robaste de mi sepultura.
—¡Ay, padre, padre! ¿Quién será?
—¡Déjalo, hijo!, que ya se marchará.
—No me voy, no, porque subiendo la escalera estoy—.
“¡Toc, toc, toc, toc!”
—Dame la asadura dura
que me robaste de mi sepultura.
—¡Ay, padre, padre! ¿Quién será?
—¡Déjalo, hijo!, que ya se marchará.
—No me voy, no, porque entrando por el pasillo voy—.
“¡Toc, toc, toc, toc!”
—Dame la asadura dura
que me robaste de mi sepultura.
—¡Ay, padre, padre! ¿Quién será?
—¡Déjalo, hijo!, que ya se marchará.
—No me voy, no, porque entrando en la habitación estoy—.
“¡Toc, toc, toc, toc!”
—Dame la asadura dura
que me robaste de mi sepultura.
—¡Ay, padre, padre! ¿Quién será?
—¡Déjalo, hijo!, que ya se marchará.
—No me voy, no, porque ¡agarrándote del pelo estoy!—.