El saco cantor [ATU 311B*]

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Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1642n

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Notas

Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

Transcripción

Una niña que era muy, muy, muy obediente: obedecía mucho a su madre, cumplía con todas sus obligaciones del colegio, bueno… Entonces un buen día la madre, como se portaba tan bien, tan bien, decidió comprarla unos zapatos de charol. Imagínate, unos zapatos de charol en aquella época. Aquello fue, vamos, impresionante. La niña, claro, los cuidaba muchísimo.

Pero un día, la mandó la madre a buscar agua a la fuente y, mira por dónde, dijo: "¡Qué oportunidad más buena de salir a la calle con los zapatitos de charol!" Entonces la niña cogió los zapatitos, se los puso, y se fue hasta la fuente.

Pero al llegar a la fuente, temiendo que se la mojaran, se los quitó y los puso encima de una piedra. Y, cuando volvió a casa, se dio cuenta de que no llevaba los zapatos, que se los había dejado en la fuente. Y volvió, corre que te corre, a por ellos y, cuando llegó, no estaban los zapatos. Entonces, había por allí un señor que era un poco malvado, más bien mucho, muy malvado, y dijo:

—¡Uy! A esta niña igual… encuentro yo un filón.

Vale, pues cogió un saco que tenía y la dijo a la niña:

—Mira—.

Porque ella solo que hacía llorar:

—¡Quiero mis zapatitos de charol! ¿Dónde están mis zapatitos de charol?—.

Entonces el señor le dijo:

—Mira, bonita, los zapatitos de charol están metidos en este zurrón dice, entra a buscarlos.

Entonces la niña entró ¿y el malvado qué hizo? Ató el zurrón, se le echó al hombro, y dijo:

—Con esto voy a intentar ganarme la vida.

El señor del zurrón, pues se iba de pueblo en pueblo, llegaba a la plaza y, antes de llegar, la enseñó a la niña a… la dijo:

—Mira, yo voy a dar un golpe al zurrón y diré: “¡Canta, zurrón, canta! Que si no, te doy con la palanca” y entonces tú cantarás una canción, si no, te seguiré zurrando.

Entonces nada, llegaron a la plaza, empezaron a, a avisar a todo el pueblo, que había un señor que tenía un zurrón encantado que, bueno, una maravilla. Claro, entonces toda la gente del pueblo iba a la plaza y llegaba el señor del zurrón, ponía el zurrón en medio de la plaza y le daba un golpe y le decía:

—¡Canta, zurrón, canta! Que si no, te doy con la palanca.

Y entonces la niña cantaba:

 

“En un zurrón voy metida,

en un zurrón moriré,

por culpa de unos zapatos

que en la fuente me dejé”.

 

Bueno, la gente del pueblo, un zurrón que cantaba… bueno, bueno, aquello era, bueno, le daban monedas de todo tipo, le daban viandas, bueno, bueno, bueno. El señor se empezó a inflar, a inflar, a hacerse rico, y claro, eso él no lo quería dejar, ni muchísimo menos.

Total, que se fue a otro pueblo, y en otro pueblo hacía lo mismo: llegaba a la plaza, ponía el zurrón en medio de la plaza, le daba un golpe:

—¡Canta, zurrón, canta! Que si no, te doy con la palanca.

Y la niña empezaba a cantar:

 

“En un zurrón voy metida,

en un zurrón moriré,

por culpa de unos zapatos

que en la fuente me dejé”.

 

Bueno, era un éxito total. O sea, el pue- | ya en los pueblos se fue corriendo la voz y, cada vez que aparecía el señor del zurrón, pues aquello era, vamos, un éxito total.

Pero mira por dónde, andando, andando, andando, el señor del zurrón se le olvidó el pueblo donde había recogido a la niña, y llegó a ese pueblo.

Y entonces, llegando a la plaza, él se, se, se alojó en una posada y hizo lo mismo: hizo | dio campanadas para que la gente supiera que estaba allí, y tal y cual, y nada, y se puso en la plaza, hizo lo mismo que en otros pueblos, puso el zurrón en medio de la plaza, y le dijo, le dio un golpe y le dijo:

—¡Canta, zurrón, canta! Que si no, te doy con la palanca.

Y la niña:

 

“En un zurrón voy metida,

en un zurrón moriré,

por culpa de unos zapatos

que en la fuente me dejé”.

 

Bueno, aquella voz | la señora de la posada donde estaba el señor del zurrón, dijo:

—¡Uy!, ¡cuánto me suena! Esa voz me suena muchísimo, parece de la niña que perdió los zapatos y que desapareció.

Como estaba en la posada suya, dijo:

—Aquí, a callar. Cuando llegue esta noche a la posada, vamos a investigar a ver qué pasa.

Entonces, claro, cuando llegó el señor del zurrón a la posada, guardó el zurrón en un cuarto y él se fue a su cama.

La posadera cogió el zurrón, lo abrió, y justo, ¡allí estaba la niña!, ¡era la misma niña que habían secuestrado unos años antes! La señora la había reconocido.

Entonces la señora, ¿qué hizo? Sacó a la niña, la dio sus zapatitos, y la mandó para su casa. Y en la, en el zurrón metió sapos, serpientes, cocodrilos… Todas las alimañas que encontró a su mano las metió en el zurrón.

Y entonces, al día siguiente, que tenía otra sesión en la plaza, cogió el señor, puso el zurrón en medio de la plaza y le dio un golpecito: 

—¡Canta, zurrón, canta! Que si no, te doy con la palanca.

Y, de momento, silencio.

Y ya volvió a darle otro golpe, y dice:

—¡Canta, zurrón, canta! Que si no, te doy con la palanca.

Y aquel saco empezó a moverse, a retorcerse, a retorcerse… Volvió a repetirlo por última vez y ya, las, las | todos los bichos que había metido la posadera en el saco, empezaron a estallar, salieron del saco, echaron a correr detrás del, del señor del zurrón, y el señor salió corriendo, corriendo, corriendo por los campos, huyendo de todas las alimañas, y se perdió en el bosque.

Desde entonces ya no se pudo, no se supo más del zurrón encantado ni del señor del zurrón. La niña vivió feliz con su mamá, y la posadera, muy contenta de haber salvado la vida a la niña del zurrón.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

Resumen de ATU 311B*

The Singing Bag. A Gypsy (old man) puts the niece of an old washerwoman (only daughter of an old couple) into a bag and carries her off. The Gypsy goes begging from door to door and exhibits his "singing bag": He gives the bag a pinch, threatens to beat it with his stick, and orders it to sing. Thereupon the girl in the bag starts singing her tale: I left my rosary on a stone by the river when I was washing. When I wanted to get it, a Gypsy put me in his bag and carried me off. (I am the only daughter of an old couple. An old man carried me off when 1 was gathering berries in the forest.)

One day the Gypsy arrives at the old washerwoman's house. The woman recognizes her niece, invites the Gypsy into his house, and entertains him until he gets drunk. When he is sleeping, she rescues the girl from the bag and, in her place, puts two cats (horse dung). When the Gypsy exhibits his singing bag the next time, the cats mew. The Gypsy opens the bag and is scratched or bitten [K526] (Uther, 2004: I, 192).

[El saco cantor. Un gitano (un viejo) mete a la sobrina de una anciana lavandera (o a la única hija de una pareja de ancianos) en un saco y la secuestra. El gitano va mendigando de casa en casa y exhibe su saco cantor: le da un pellizco, amenaza con golpearlo con su palo y le ordena que cante. Enseguida la niña, dentro del saco, empieza a cantar su cuento: Yo dejé mi rosario sobre una piedra junto al río cuando estaba lavando. Cuando quise cogerlo, un gitano me puso en este saco y me secuestró (soy la única hija de una pareja de ancianos. Un viejo me secuestró cuando estaba recogiendo frutas del bosque).

Un día el gitano llega a la casa de la anciana lavandera. La mujer reconoce a su sobrina, invita al gitano a casa y le entretiene hasta que lo emborracha. Cuando el gitano está durmiendo, la lavandera rescata a la niña del saco y, en su lugar, pone dos gatos (estiércol de caballo). Cuando el gitano exhibe su saco cantor la vez siguiente, los gatos maúllan. El gitano abre el saco y es arañado o mordido [K526] (traducción de Alba Pegalajar Espinosa)]