El gato Mundo [ATU 1940]

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Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1644n

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Notas

Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

Transcripción

Esta es la historia de una mujer que se, se murió su marido y estaba todavía de cuerpo presente. Entonces… pues le entró hambre. Todavía no habían venido la, la familia ni las vecinas al velatorio y se preparó un almuerzo de aquí te espero, con huevos fritos, chorizo, torreznos… o sea, un pedazo. Y, justo en el momento en el que ya se lo había preparado y lo tenía encima de la mesa camilla para ir a comérselo, llamaron las vecinas para entrar a darle el pésame. Entonces, claro, a la mujer le pareció feo que viesen que la pérdida del marido no le había quitado el hambre. Así que metió el plato tal cual, dentro, debajo de las faldillas de la, de la mesa.

Pero resulta que esta mujer tenía un gato que se llamaba Mundo, y cuando abrió la puerta a las vecinas:

—¡Ay, hija!, cuánto lo sentimos, te acompañamos en el sentimiento…

—Sí, sí.

—¡Ay!, no sé qué, no sé cuántos…—.

Pues el gato Mundo, que le llegó el olfato de lo que había debajo de la mesa camilla, pues empezó a entrar: salía con un torreznito, al rato salía con un choricito…

Y, claro, la mujer se estaba poniendo mala, porque veía que el gato no, no, le dejaba sin, sin el almuerzo.

Entonces ya hubo un momento cuando sale, ve que sale el gato con el trozo más gordo del chorizo, ya dice en voz alta:

—¡Ay, Mundo, Mundo, que te los vas llevando de uno en uno!—.

Claro, las vecinas pensaban que estaba hablando del marido y empezaron a decir:

—¡Ay, hija, es verdad, es verdad!, ¡qué lástima! Es que, además, es que no hay remedio, ¡uno detrás de otro!—.

Ve que vuelve el gato y dice:

—¡Y de los mejores! ¡Y de los mejores!—.

Y, claro, las vecinas diciendo:

—¡Ay, sí, hija, sí, es verdad!, porque es que tu marido es que era muy bueno.

Y entonces ahí, en ese momento, la mujer como que enganchó la idea, y dice:

—¡Ay, sí!, claro que era muy bueno, claro que era muy bueno, que nunca me levantó la voz, nunca me dijo un ¡quítate de ahí!—.

Y el gato lo entendió.

Porque justo el pisotón fue hacia la mesa y, entonces, el gato salió corriendo, ya se asustó de tal modo que, cuando se fueron las vecinas, pues la mujer, con lo que había dejado el gato Mundo, pues pudo almorzar.

Y colorín colorado, el cuento se ha acabado.