Los tres consejos [ATU 910B]

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Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1684n

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Notas

Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

Transcripción

Hace mucho tiempo había un hombre al que llamaron al servicio militar y tuvo que marcharse; pero en su casa le dieron tres mil reales para que tuviera dinero si le hacía falta.

Llegó a un cuartel donde estaba un capitán y le dijo que llevaba dinero pero que necesitaba que se lo guardara, porque no se fiaba de que le pudiera robar alguien. Y el capitán le dijo que sí, que se lo guardaba, y cuando volviera a su casa se los iba a devolver.

Entonces este chico, confió en el capitán, y cuando pasó el tiempo y tenía que volver a su casa, le dijo que quería el dinero. Y el capitán le dijo que sí, bueno, en principio, se lo pensó un poquito y le dijo:

—En realidad no te los voy a dar, tienes que confiar en mí.

Dice:

—¿Cómo es eso?—.

Dice:

—Mira, yo el único regalo que te voy a dar son tres panes, y solamente los puedes comer cuando llegues a tu casa.

Como confiaba en el capitán dijo:

—Bueno, él sabrá lo que hace.

Y entonces, dice:

—A parte de los tres panes, te voy a dar tres consejos. El primero: que no cojas ningún atajo; el segundo: en lo que no te importa, la lengua muy corta; y el tercero: antes de hacer nada, consulta con la almohada.

“Bueno, qué cosas más raras me dice, mi capitán, pero bueno, confiaré en él”. Y le tocaba marcharse, pero como de esto hace mucho tiempo, eh, tenía que coger un carruaje y, en el carruaje, el conductor, el chófer, dijo que iba a coger un atajo para llegar a un camino… | al, al destino.

Y dijo:

—Bueno, pues si va a coger un atajo yo no voy a subir porque mi capitán ha dicho que si hay un atajo que no lo coja.

Y se fue andando, en vez de en carruaje, y llegó a una taberna. Y cuando llegó a la taberna el capitán, | bueno el capitán, a la taberna, le dijeron que habían asaltado el carruaje, que habían asaltado y habían robado a todos lo que iban en el carruaje.

Y dijo:

—Qué suerte he tenido que he hecho caso a mi capitán.

Y en la taberna, que también era pensión, eh, notó algo extraño. Porque había una señora que se tiraba por el suelo, se revolcaba, se tiraba del cabello y decía barbaridades. Y todos los que estaban allí en la taberna se burlaban de ella, se reían de ella y decían: “Vaya, está loca, tal, no sé qué.”

Y él dijo:

—Pues no voy a decir nada.

Y le pidió una habitación para dormir después de cenar y, a la mañana siguiente, cuando se levantó, fue a pagarlo todo. Y le dijo el dueño:

—Mire, no hace falta que me pague nada, lo invito yo.

—¿Y eso?

—Es que esa señora era mi esposa y usted no ha dicho nada.

Dice: “Pues qué bien he hecho en aplicar el segundo consejo: en lo que no te importa, la lengua muy corta”.

Y ya se encaminó hacia su casa. Estaba lejos y había pasado mucho tiempo desde que se había ido de ella.

Y cuando estaba llegando a la casa vio que un hombre estaba entrando por la puerta de su casa. El hombre llevaba barba y parecía que era mayor. Y empezó a enfadarse. Y cada vez estaba más enfadado. “¡Vamos!, que mi mujer me es infiel, ¡qué barbaridad!”. Y cada vez estaba más enfadado, pero claro, se paró un poquito y dijo: “Antes de hacer nada, reflexiona con la almohada. Piénsalo. Y dijo: “Voy a tranquilizarme un poquito antes de llegar a la casa”.

Y cuando llegó a la casa la mujer se puso muy contenta de ver que era su marido pero él no le dijo nada. Y cuando entraron y sacó los panes para comerlos, se dio cuenta de que ese hombre no era el amante de su mujer, era su padre, al que no había conocido porque había pasado mucho tiempo.

Y cuando se pusieron a cenar, y a comerse los panes, en cada uno de los panes había mil reales.

Y cuento, cuento colorado, por la chimenea se ha volado.

Resumen de ATU 910B

The Observance of the Master's Precepts (previously The Servant's Good Counsels). (Including the previous Type 910H). A poor man who cannot provide for his family takes service with a rich farmer for one year for a certain amount of money. After he has completed his service, the farmer gives him his choice of the agreed wages or a good precept. The man chooses the precept: "Always follow the main road" [J21.5].

Disappointed by this he hires on for a second and then a third year after which he is given various precepts: "Mind your own business" [J21.6] or "Do not sleep where a young woman is married to an old man" [J21.3] and "Always postpone your anger until the next day" [J21.2]. (For other examples see the numerous subdivisions in the Motif-Index [J21ff.]).

Feeling discouraged the poor man gets ready to go home. His master gives him a loaf of bread (with money hidden inside [J1655. 2]) which he should not cut until he reaches home [C320]. At a fork in the road the poor man follows the farmer's advice and takes the old main road instead of a shorter new one [J21.5]. He later learns that he would have been waylaid by robbers on the new road [N765, J865].

At dusk he reaches a house where he spends the night. There he sees strange events, but he does not interfere [J21.6]. When he is about to leave, his host calls him back and rewards him with a large sum of money for his discretion (indiscretion would have brought death to the host's wife [D700, D758]).

After he has refused to sleep in a house where a young woman is married to an old man [J21.3], he witnesses a murder [K2213.3]. When an innocent man, who spent the night at the woman’s house, is condemned for the murder, he testifies to the man's innocence [K2155].

When the poor man finally reaches home and looks through a window, he sees a stranger kissing his wife. He intends to kill the man, but fortunately postpones his anger at the last moment [J21.2, J571]. The stranger was his own grown son. When the family gathers around the table to celebrate their reunion, the poor man cuts the bread and finds all the money he had earned hidden inside [Q20.2]. (Uther, 2004: I, 530- 531).

[La observancia de los preceptos del Maestro (anteriormente Los buenos consejos del sirviente). (Incluyendo el anterior Tipo 910H). Un pobre hombre que no puede abastecer a su familia se pone, durante un año, al servicio de un granjero rico por una cierta cantidad de dinero. Después de haber completado su servicio, el granjero le da a elegir entre el sueldo acordado o un buen precepto. El hombre elige el precepto: “Siempre sigue el camino principal” [J21.5].

Decepcionado por esto, empieza a trabajar por un segundo y, después, tercer año, tras los cuales le dan varios preceptos: “Métete en tus asuntos” [J21.6] o “No duermas donde una joven está casada con un hombre mayor” [J21.3] y “Siempre pospón tu furia hasta el próximo día” [J21.2]. (Para otros ejemplos, ver las numerosas divisiones en el Índice de Motivos [J21ff.]).

Sintiéndose desanimado, el pobre se prepara para ir a casa. Su maestro le da una barra de pan (con dinero escondido dentro [J1655.2]) que no debe cortar hasta que llegue a casa [C320]. En una bifurcación en el camino, el pobre hombre sigue el consejo del granjero y toma el viejo camino principal en lugar del nuevo más corto [J21.5]. Más tarde conoce que habría sido asaltado por ladrones en el camino nuevo [N765, J865].

Al anochecer, llega a una casa en la que pasa la noche. Allí, presencia eventos extraños, pero no interfiere [J21.6]. Cuando está a punto de irse, su anfitrión lo llama y lo recompensa con una gran cantidad de dinero por su discreción (la indiscreción habría llevado a la muerte a la mujer del anfitrión [D700, D758]).

Tras negarse a dormir en una casa en la que una joven está casada con un hombre mayor [J21.3], presencia un asesinato [K2213.3]. Cuando un hombre inocente, que había pasado la noche en la casa de la mujer, es condenado por asesinato, él testifica a favor de la inocencia del hombre [K2155].

Cuando el pobre hombre al fin llega a casa y mira por la ventana, ve a un extraño besando a su mujer. Tiene la intención de matar al hombre, pero, afortunadamente, pospone su ira en el último momento [J21.2, J571]. El extraño era su propio hijo que había crecido. Cuando la familia se reúne alrededor de la mesa para celebrar la reunión, el pobre corta el pan y encuentra dentro todo el dinero que había ganado [Q20.2]. (Traducción de Laura Moreno Gámez)]