Audio
Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
1753c
Informantes
Recopiladores
Notas
Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00008 14)
Título indicado en las anotaciones de campo: "Los trece novios".
Algunos de los temas de esta entrevista fueron también transcritos en el Cancionero de Palencia, t. I. de J. Díaz.
Transcripción
Y ahora les voy a cantar
esta bonita habanera,
pero deseo que estén
con atención las solteras.
Una soltera guasona
las decía a las muchachas:
—La que quiera gozar mucho,
que esté siempre enamorada.
Yo he tenido trece novios
y no he querido casarme
porque hay un refrán que dice:
“El buey soto* bien se lame”.
Voy a decirles los nombres
de los novios que he tenido,
y al que los quiera aprender
puede aplicar el oído:
Saturio, Santiago y Santos,
Samuel, Sefo y Simeón,
Serafín, Serapio, y Sipio,
Silverio, Sisto y Simón.
Se me olvidaba Silvino,
hijo del señor Sotero,
sobrino de un boticario
que se llama Golsoferio.
Yo quiero estar soltera
y he tenido trece amantes,
muchas no tendrán ninguno
y desearán casarse.
Con ninguno me casé
porque eran muy desgraciados.
Con ellos me divertía;
solo fue pasar el rato.
A Saturio no le quise
porque era muy legañoso,
y el pobre, cuando iba a verme,
se limpiaba bien los ojos.
Santiago era tuerto y cojo
y, además, descolorido,
que parecía su cara
como un tomate podrido.
Santos me quería mucho,
pero yo le despreciaba
porque huía del trabajo
y, al ver trabajar, sudaba.
Tampoco quise a Samuel,
y era muy trabajador,
pero gastaba el jornal
antes de salir el sol.
Serapio tenía chepa
y la cabeza pelada,
por eso yo no le quise,
porque tenía esas faltas.
Tampoco le quise a Sipio
porque no tenía dientes,
que se le cayeron todos
por beber mucho aguardiente.
Sisto era tartamudo,
y el que más gracia me hacía,
porque siempre que me hablaba,
al oírle, me reía.
Simón era muy rebelde;
no respetaba a los padres
y, por ser tan calavera,
estaba siempre en la cárcel.
Se me olvidaba Silvino,
sobrino de un boticario,
y a ese tampoco le quise
porque era feo y muy chato.
Ya he descubierto las faltas
de los novios que he tenido,
y creo que las solteras
habrán puesto mucho oído.
De trece novios que tuve,
con ninguno me casé;
les fui sacando el dinero
y de ellos me aproveché.
Ya se usa en España
comer a cuenta de vos,
por eso, ¡alerta, muchachas!,
hacerlo así con los novios.
Pero debo de advertir
que, a descubrirse la trampa,
antes que se enteren todos,
marcharos pronto de España.