Una tragedia maldita

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Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1766r

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Notas

La informante repite el último verso.

Bibliografía

Otras versiones de "Una tragedia maldita"

Alcalá Ortiz (2006: pp. 95-97), Pimentel García (2020: n.º 751)

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Transcripción

Era una joven muy guapa     casá con un albañil.

Todo el mundo tenía en cuenta     al matrimonio feliz.

Se le acerca un caballero     y a su madre se declara,

la rodea de riquezas     y hasta su sangre le daba:

—Váyase usted, caballero,     a su casa muy tranquilo,

que esta noche sin faltar     ve logrado su capricho.

—Ponte tú, hija querida,     la mejor ropa que tengas,

que vamos a ir de visita     a casa de la marquesa.

—¿Para qué semos llamadas     en esa hermosa muralla?

¿Por qué quieres que me quede     de criada en esa casa?—.

Las diez de la noche eran     cuando al palacio llegaban.

El criado salió a abrirle,     que ya preparado estaba.

Suben por una escalera,     las encierran en una sala

con la corona del rey     dibujada en la fachada.

—Siéntate, hija querida,     siéntate, hija del alma,

que ya mismo vendrá el rey     y serás dueña de esta casa—.

Cuando ella se dio cuenta     en el estado que estaba,

se dirigió hacia la puerta     y se la encontró cerrada,

queriéndose arrojar     por balcones y ventanas.

El caballero la coge,     la madre la sujetaba,

y ella llorando decía:     —Caballero, soy casada.

—No me importa seas casada,     ni tampoco tu marido,

que quiero que seas dueña     de este mi hermoso castillo.

Resumen de "Una tragedia maldita"

Un matrimonio vive feliz con su hija. Una noche, la madre de la esposa es requerida por el rico del lugar, quien le ofrece una gran cantidad de dinero a cambio de que le entregue a su hija. Esta accede. Visita a su hija y le pide que se acicale porque van a ir a casa de los marqueses, donde le han ofrecido trabajo como sirvienta. Una vez allí, la mujer es acorralada por el marqués, que quiere abusar de ella. Como no se entrega, la encierra en un ascensor. La madre toma el dinero pactado y acude a casa de su yerno, a quien encuentra desquiciado, blandiendo un puñal y lamentándose de que su esposa lo haya abandonado. La suegra lo tranquiliza y le ofrece un vaso de agua. Después de beberlo, comprende que ha sido envenenado y que su suegra ha vendido a su esposa. Moribundo, se acerca a su hija y la asesina para evitar que quede en manos de una criminal. La esposa también muere, pero antes guarda en su pecho una carta donde declara el crimen.