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Muchas de las historias que aprendió de su padre, que era el lucero del pueblo, él se las contaba como si le hubieran ocurrido a él. En este cuentecillo jocoso se puede observar cómo comienza contándolo con su padre como protagonista y, finalmente, el hombre que pasa junto a la muchacha es otro, un buen hombre. Durante la narración cambia al protagonista sin darse cuenta y lo acomoda a como más habitualmente se cuenta esta historia.
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
[Mi padre] era el empleado de la luz y estaba siempre por el pueblo porque entonces no sé… | a la gente no le daba… | tenía mucho miedo a la corriente, una simple bombilla que se había aflojao y ya lo llamaban: ¡Gaspar, que no tenemos luz! Y daba mi padre media vuelta, y ya estaba.
Pues bajaba por la calle y iba una muchacha delante, y se tira un pedo y dice:
—¡Castañas!—.
Anda un par de pasos, se tira otro:
—¡Castañas!—.
Así tres o cuatro.
Y un buen hombre que iba detrás ¿qué hizo?, adelantarla.
Dice: —Uy, buen hombre, ¿lleva usted mucho tiempo detrás de mí?—.
Dice: —Desde las primeras castañas—.