En el pueblo de Valencia,     una familia vivía,

una familia muy rica     y una hija que tenía.

La niña tenía un novio     llamado Pedro Carreño,

aunque el muchacho era pobre,     pero en cambio era muy bueno.

A los padres de María     él nunca les hizo gracia,

y la querían casar     con un sobrino de casa.

El día cinco de abril     toda la gente convidada,

el día cinco de abril       la boda se celebraba

y aquella misma tarde     ya estaba la gente toda.

Cuando María ya estaba,     toda vestida de gala,

al ver a su primo entrar     cayó al suelo desmayada.

Como era muchacha joven,     enseguida volvió en sí,

y le dijo a las amigas:     —Voy a bajar al jardín—.

Las amigas de María:     —Parece que ya se tarda—.

Se pusieron de acuerdo     y todas al jardín abajan.

Todas al jardín abajan     y todos al jardín abajaron

y al verla dentro del pozo,    todos fríos se quedaron.

Dieron parte a la justicia     y la sacaron de allí,

la sacaron de allí     y se la llevan a su casa,

y en el bolsillo tenía     una dolorosa carta:

"Que me perdonen mis padres,     mis padres y demás parientes,

que a casarme sin amor,     mejor prefiero la muerte".

Las amigas de María     una corona regalan,

con las flores más bonitas     que usan las valencianas.

Pedro Carreño, su novio,     una cinta le agarraba,

por ser la última vez     que a María acompañaba.