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Otras versiones de "Madres que tengáis hijas"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Dolores salió a la puerta con los ojos de haber llorado
y le preguntó su novio: —¿Dolores qué te ha pasado?
—Si quieres que te lo diga, te lo voy a decir ya,
que me ha dicho a mí mi madre que en mi casa estás de más.
—Dolores, dile a tu madre que piense lo que va a hacer
que no sabe la ruina que acarrea un buen querer.
Este querer tuyo y mío es un querer tan estable,
se mete por los rincones de la masa de la sangre—.
Dolores se metió dentro con los ojos de haber llorado
y le preguntó su madre: —¿Dolores qué te ha pasado?
—Si quieres que te lo diga, te lo voy a decir ya,
que le he dicho que se vaya y dice que no se va.
—No te preocupes, hija mía, yo misma se lo diré;
cuando lo vea en la plaza, aparte lo llamaré—.
Al otro día siguiente, en la plaza se lo encontró;
con unos pocos de amigos, aparte fue y lo llamó.
—Ven acá, hombre indecente, a mi casa no tengas que ir,
que yo no tengo a mi hija para hacerla sufrir—.
El hombre tan indignado a su casa se marchó,
y ha cogido un buen revólver y a la cintura se lo colgó.
Fue a casa de la novia y de puntillitas entró;
Dolores, que estaba en la cama, un tiro le disparó.
A los gritos que ella daba, la cuñadita salió,
y a los gritos que ella daba, otro tiro le disparó.
Fue a la casa de la vía y un vaso de agua pidió:
—¿El tren tardará ya poco? —Poco tarda, sí, señor—.
Estando en estas palabras, el tren que le piteó,
se puso en medio la vía y el tren lo despedazó. [Com.]
Esto sirva de escarmiento a los padres de familia:
no quitadle los caprichos, que acarrea una ruina.
[Com.: Y ya decían los hombres]