San Antonio y los pájaros

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Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1821r

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Bibliografía

IGRH: 0194

Otras versiones de "San Antonio y los pájaros"

Alcalá Ortiz (2003: n.º 4024); Alcalá Ortiz (2006: pp. 138-149); Alonso Fernández y Cruz Casado (2003: n.º 35); Atero Burgos (2003: n.º 71); Barrios Manzano y Jiménez Rodrigo (2002-2003: n.º 130); Benítez Sánchez (1999: pp. 277-278); Benítez Sánchez (2000: pp. 270-273); Checa Beltrán (2005: n.º 21); Díaz (2007: C.1); Escribano Pueo, Fuentes Vázquez y Romero López (1990: pp. 17-21); Esteve Faubel (1998: pp. 1206-1209); Foxo (2011: pp. 68-69); Gómez Garrido (2012: n.º 160); Heredia Menchero (2017: n.º 70); Hernández Fernández (2010: n.º 25-26); Majada Neila (1984: n.º 45, 46); Mendoza Díaz-Maroto (1990: n.º 194); Moreno Moreno (2016: n.º 92); De Mur Bernad (2015: n.º 75, 76); Nieves Martín (2010: n.º 517); Pimentel García (2020: n.º 332); Piñero Ramírez (1996: n.º 69); Piñero Ramírez (2004: n.º 53); Piñero Ramírez (2013: n.º 122); Piñero Ramírez y Atero Burgos (1986: pp. 126-127); Piñero Ramírez y Atero Burgos (1987: n.º 79); Rico Beltrán (2009: n.º 102); Schubarth y Santamarina (1986: n.º 74a); Trapero (2000a: n.º 203); Trapero, León Felipe y Monroy Caballero (2016: n.º 198); Trujillo Pacheco (2017: n.º 58).

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Estudios

RODRÍGUEZ PASTOR, J. (1996). Algunas manifestaciones folkloricas en torno a san Antonio de Padua. Revista de Folklore, 16 (186), 84-98.

TRAPERO, M. (1990). Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias. Madrid: Nieva.

Transcripción

Antonio, divino Antonio,     suplícale a Dios inmenso,

que por tu gracia divina     alumbre mi entendimiento,

para que mi lengua     publique el milagro

que en el huerto obraste     de edad de ocho años.

Desde niño fue nacido     con grande temor de Dios,

de su padre declinado     y del mundo admiración.

Fue caritativo y perseguidor     de todo enemigo con mucho rigor.

Su padre era un caballero     cristiano honrado y prudente,

que mantenía su casa     con el sudor de su frente.

Por la mañana un domingo,     como siempre acostumbraba,

se marchó su padre a misa,     cosa que nunca olvidaba,

y le dijo: —Antonio,     Ven acá, hijo amado,

mira que tengo     que darte un recado:

mientras que yo estoy en misa     gran cuidado has de tener,

mira que los pajaritos,     todo lo echan a perder.

Entran en el huerto,     pican el sembrado,

por eso te encargo     que tengas cuidado—.

Cuando se ausentó su padre     y a la iglesia se marchó,

Antonio quedó al cuidado     y a los pájaros llamó:

—Para que yo mejor pueda     cumplir con mi obligación,

voy a encerraros a todos     dentro de esta habitación—.

Cuando su padre volvió:     —¿Qué tal, Antoñito,

te has portado bien     con los pajaritos?

(………………………..)     —Padre, no tenga cuidado,

que para que no hagan daño     todos los tengo encerrados—.

El padre que vio     milagro tan grande,

al señor obispo     trató de avisarle.

Ya viene el señor obispo     con grande acompañamiento,

quedando todos confusos     al ver tan grande protento.

—Abran las ventanas,     puertas a la par,

por ver si las aves     se quieren marchar.

Antonio les contestó:     —Señores, nadie se agravie,

que los pájaros no salen     mientras que yo no lo mande—.

Se puso en la puerta     y les dijo así:

—Vayan, pajaritos,     ya podéis salir.

Salgan cigüeñas con orden,     águilas, grullas y gansas,

gavilanes y avutardas,     lechuzas, mochuelos y granjas.

Salgan las hurracas,     tórtolas y perdices,

palomas, gorriones     y las codornices—.

Al instante que se salieron     todas juntitas se ponen

escuchando a san Antonio     para ver lo que dispone.

Antonio les dijo:     —Vayan por los montes,

riscos y los prados,     no entrar en el sembrado,

que mi padre ha dicho     que tenga cuidado—.

Al tiempo de echar el vuelo,     cantan con gran alegría

despidiéndose de Antonio     y toda su compañía.

El obispo que vio     milagro tan grande

por diversas partes     mandó publicarle.

Resumen de "San Antonio y los pájaros"

El padre de san Antonio acude un domingo a misa y le encomienda a su hijo que tenga cuidado de que las aves no estropeen el sembrado. El niño llama a los pájaros y los encierra dentro de una habitación. Cuando Antonio ve que su progenitor vuelve a casa, manda callar a las aves. El padre le pregunta si ha cumplido con su encargo y el niño le contesta que tiene a los pájaros encerrados en una habitación. El padre queda estupefacto y llama al obispo para que vea el milagro. Una vez en casa de Antonio, el obispo y sus acompañantes abren las ventanas y las puertas para que las aves se marchen, pero Antonio asegura que no lo harán hasta que él no lo ordene. A continuación, el niño les pide a las aves que salgan. Estas lo hacen y se reúnen fuera de la habitación esperando nuevas instrucciones del santo. Este les ordena que se marchen sin picar en los sembrados. Los pájaros se despiden y se marchan.