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Bibliografía
IGRH: 0155
Otras versiones de "Casada de lejas tierras"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
ATERO BURGOS, V. y VÁZQUEZ RECIO, N. (1998). Espacios y formas rituales de lo femenino en el romancero tradicional. Estudos de Literatura Oral, 4, 9-22.
CABALLOS-VIRO, I. (2010). El romancero tradicional y las relaciones de parentesco: la suegra malvada [Tesis doctoral]. Universidad Complutense de Madrid.
CARINHAS, A. C. P. (1996). Alguns Romances da Tradição Oral de Aljezur. Estudos de Literatura Oral, 2, 79-92.
MARTÍN DURÁN, A. M. (2007). El romance de Casada de lejas tierras: una versión cubana recogida en 2001. Revista de Estudios Hispánicos, 34, 77-89.
RUIZ FERNÁNDEZ, M.ª J. (1990). La poética del personaje en el lenguaje del romancero. En J. A. Hernández Guerrero (Coord.), Teoría del Arte y teoría de la Literatura (pp. 243-258). Universidad de Cádiz.
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Transcripción
Una casadita en lejanas tierras
se ha puesto de parto sin haber partera:
—Maridito mío, si tú me quisieras,
a la tuya madre, a llamarla fueras.
—Levántate, madre, del dulce dormir,
que la mía Rosa ya quiere parir
y la luz del día no quiere venir.
—Que para o no para, que para un león,
después de nacido, muera el corazón.
—Consuélate, Rosa, y la Virgen pura,
mi madre no viene, tiene calentura.
—Maridito mío, si tú me quisieras,
a la tuya hermana, a llamarla fueras.
—Levántate, hermana, del dulce dormir,
que la mía Rosa ya quiere parir
y la luz del día no quiere venir.
—Que para o no para, que para un león,
después de nacido, muera el corazón.
—Consuélate, Rosa, y la Virgen Santa,
mi hermana no viene, que no está en su casa.
—Maridito mío, si tú me quisieras,
a la mía madre, a llamarla fueras.
—Levántate, suegra, del dulce dormir,
que la tuya hija ya quiere parir
y la luz del día no quiere venir.
—Espérate, yerno, en esa ventana,
espera que me vista, ni hago la cama—.
Al entrar en el pueblo, las campanas suenan:
—Dime, pastorcito, dime la verdad,
dime por quién doblan en esta ciudad.
—Una casadita de lejanas tierras
se ha muerto de parto, por no haber partera,
por mala cuñada, por malita suegra—.
La madre le llora a la cabecera:
—Una hija tengo, y si más tuviera,
no las casaría en lejanas tierras.