Era un jardín muy bonito,     rodeado de palmeras,

y habita una hermosa niña,     Rosita la cigarrera.

Tiomoteo el barrendero,     que enfrente de ella se hallaba,

con palabras cariñosas     el amor le declaraba:

—Rosita, prenda adorada,     yo sin ti no sé vivir;

si no estás enamorada,     enamórate de mí.

—No lo creas, Timoteo,     que yo me quede soltera,

con un jardín tan bonito     no faltará quien me quiera—.

Ya tiene treinta y dos años     Rosita la cigarrera,

ya tiene treinta y dos años,     todavía está soltera;

no tiene padre ni madre,     ni cariño ni dinero,

y a todas las horas dice:     —¡Quién pillara un barrendero!