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Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
La informante repite dos veces todos los hemistiquios salvo el primer hemistiquio de los versos 5, 6, 13, 18 y 28 y el segundo hemistiquio del verso 19. Además, cambia la repetición del segundo hemistiquio del verso 26: “su madre le preguntaba / por Carmela preguntaba”.
Bibliografía
IGRH: 0153
Otras versiones de "La mala suegra"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
KIORIDIS, I. (2015). La suegra «mata» a la nuera: dos ejemplos del motivo en las baladas tradicionales griegas y en el romancero, Atalaya [En ligne], 15.
URL: <http://atalaya.revues.org/1683>
SORIANO LÁZARO, E. (1981). El romance de la mala suegra recogido en Mezquita de Loscos, Kalathos, I, 179-182.
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Transcripción
Carmela se paseaba por una salita alante,
con los dolores de parto que el corazón se le parte.
—¡Si estuviera yo a la vera de mi padre y de mi madre!—.
La suegra que la escuchaba por el ojo de la llave:
—Carmela, coge la ropa, vete a casa de tus padres.
Si a la noche viene Pedro, yo le pongo de cenar;
y si pide ropa limpia, yo también se la sé dar—.
Por la noche viene Pedro: —¿Mi Carmela dónde está?
—Tu Carmela es una cochina que me ha tratado muy mal;
tu Carmela no te quiere y en casa sus padres está—.
Pedro cogió su caballo y en busca Carmela va;
llegó a casa de la suegra: —¿Mi Carmela dónde está?
—Tu Carmela está en la cama, que el niño ha nacido ya.
—Levántate, mi Carmela. —¿Cómo quie que me levante,
Si dos horas de parida yo no las tengo cabales?—.
La ha montado en el caballo con el niño por delante.
Andaron las siete leguas uno y otro sin hablarse.
—¿Qué te ha pasado, Carmela, que no has querido ni hablarme?
—¿Cómo quieres que te hable, cómo quieres que te hable
si los pechos del caballo van bañados con mi sangre?
—¿Qué te ha pasado a ti, Pedro, que no has querío contestarme?
—¿Cómo quieres que te conteste, cómo quieres que te hable,
si detrás de aquella ermita tengo intención de matarte?—.
Al llegar a aquella ermita la echó abajo del caballo,
y después que la mató la ha enterrado con sus manos.
Al llegar Pedro a su casa, su madre le preguntaba.
—Madre, tome usted este niño, cuídalo usted, por favor;
por Carmela no pregunte, que en el camino murió—.
El niño, que era chiquito, chiquitito de pañales:
—Mi madre no se murió, que la ha matado mi padre.