(...................................)     En el pueblo de Aragán    

habitaba un pescador     llamado Pedro Marcial.

Pero aquel malvado padre     al poco viudo quedó

con una hija de nueve años     y un joven con veintidós.

Aunque la niña era chica     y tenía poca edad,

lo lavaba y lo cosía     como una mujer formal,

pero aquel malvado padre,     desde que viudo quedó,

llegó a sentir por su hija     una excelente pasión.

A esto que el hermano marcha     a cumplir la obligación,

el infame en una sala     a la niña la encerró.

Como la niña era chica     y tenía poca edad,

le ató un pañuelo a la boca     pa que no pudiera hablar.

—Si dices algo a tu hermano,     con este bravo puñal,

sin tener piedad de ti,     te daré muerte fatal—.

A esto que llega el hermano,     por la niña preguntó,

y con palabras crueles     de esta manera le contestó:

—Dice que se encuentra mala,     yo no sé lo que tendrá.

Dice que se encuentra mala     y en la cama está acostá.

—¿Qué tienes, hermanita mía,     que estás pálida y llorosa?

Dime, niña, lo que tienes,     siendo tu cara una rosa.

—Siéntate, hermanito mío,     siéntate al lado de mí,

que te quiero contar todo     lo que me sucede a mí—.

Y el criminal que escuchaba     toda la conversación,

con idea darle muerte     penetró en la habitación

y asín que vio el pobre joven     que a su hermana iba a matar,

disparó un tiro a su padre,     que al suelo cayó mortal;

y asín que lo dejó muerto,     a dar parte él solo fue,

con razones sin igual     y le dijo al señor juez:

—Yo vengo a decir a usía     que, con este arma tirana,

le he dado muerte a mi padre     porque abusó de mi hermana—.

Y hasta el mismo juez lloraba     sin dejar de contemplar,

que por ser un padre infame     hizo al hijo criminal.