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Notas
En esta versión, se repite siempre el segundo hemistiquio. La informante tiende a no repetir el primer hemistiquio, salvo en los versos 1, 2, 9, 11, 20, 21, 23, 24, 26, 28, 30, 31, 41, 44, 45, 47, 48, 49, 50, 51, 53, 54.
Bibliografía
IGRH: 0140 + 0075
Otras versiones de "Tamar"
Otras versiones de "Delgadina"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
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Transcripción
Rey moro tenía un hijo que Paulino se llamaba,
y yendo por altas mares se enamoró de su hermana.
Viendo que no podía ser cayó malito en la cama.
Cuando el padre sube a verlo: —¿Qué tienes, hijo del alma?
—Tengo calenturas, padre, calenturas de las malas.
—¿Quieres que te mate un ave, de los que se crían en casa?
—Padre, mátamelo usted, que me lo suba mi hermana,
y si puede subir sola que no suba acompañada—.
Como era de verano, ella subió en enaguas blancas,
con una taza de caldo que los muertos resucitaba.
La cogió por la cintura y la ha metido en su cama.
Con una cintita azul los ojitos le tapaba,
con una cintita rosa la boquita le tapaba,
con una cintita blanca las manitas le amarraba.
Estando un día en la mesa, su padre que la miraba.
—¿Padre, qué me mira usted? —Hija, no te miro nada,
lo que te miro y te miro, que vas a ser una desgraciada,
que te se sube el vestido como a una mujer casada—.
La niña al oír eso se levantó de la mesa y se ha metido en la cama.
Le llamaron tres doctores, lo mejor que había en Granada.
Uno le ha tentado el vientre, otro le miró la cara,
y otro le dijo a su madre: —Su hija está embarazada—.
Cuando se ha enterado el padre: —Que la encierren en una sala;
y si pide de colchón, el suelo será su cama;
y si pide de almoha, el poyo de la ventana;
y si pide de comer, carne de perro salada;
y si pide de beber, los orines de su hermana—.
A la mañana siguiente se ha asomado a una ventana
y vio a su hermana pasar con una jarra de agua.
—Hermana, si eres mi hermana, dame una poca de agua,
tengo seco el corazón y me arde la garganta.
—No te la doy por cochina ni tampoco por marrana,
pero si padre se entera ha de matar las dos almas—.
Al otro día siguiente, se ha asomado a otra ventana
y vio a su madre planchar las enaguas de su hermana.
—Madre, si usted es mi madre, dame una poca de agua,
que me arde el corazón, se me fríe la garganta.
—No te la doy por cochina ni tampoco por marrana,
pero si padre se entera ha de matar las dos almas—.
Al otro día siguiente se ha asomado a otra ventana
y vio a su hermano jugar al juego de la baraja.
—Hermano, si eres mi hermano, dame una poca de agua,
que me arde el corazón, se me fríe la garganta.
El hermano se levanta diciéndole estas palabras:
—Agua no te puedo dar, pero me marcho de casa—.
Pero antes de marcharse, le escribió al padre una carta;
en la carta le decía lo que pasó con su hermana.
"Padre, abra usted la puerta y deje salir a mi hermana,
que la culpa ha sido mía, por eso me voy de casa."
El padre que la leyó una y otra vez la carta,
y mientras más la leía su rostro se transformaba,
su rostro se transformaba y decía estas palabras:
—Si te pillara, Paulino, con mis manos te ahogaba;
nunca te perdonaré tan infame canallada.