Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
Se repiten los hemistiquios de todos los versos, salvo el primer hemistiquio de los versos 11 y 12.
Bibliografía
IGRH: 0161
Otras versiones de "La bastarda y el segador"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
ATERO BURGOS, V. (1987). El romance de La bastarda y el segador en la tradición oral de la serranía gaditana. Gades, 15, 205-230.
ATERO BURGOS, V. y VÁZQUEZ RECIO, N. (1998). Espacios y formas rituales de lo feminino en el romancero tradicional. Estudos de Literatura Oral, 4, 9-22.
GÓMEZ ACUÑA, B. (2002). The Feminine Voice in the Romancero's Modern Oral Tradition: Gender Differences in the Recitation of the ballad La bastarda y el segador. Revista de Folklore, 113(2), 183-196. https://doi.org/10.1080/0015587022000015310
IGLESIAS OVEJERO, A (1986). Romance de la bastarda. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 41, 237.
PALOMAR ROS, J. (1982). Dos versiones del romance Doña Inés y el segador recogidas en Valbona y Orrios (Teruel). Kalathos, 2, 177-184.
PIQUERO RODRÍGUEZ, A. (2020). El romance de La bastarda y el segador a la luz de sus variantes. Revista de Filología Española, 100(2), 443-470. https://doi.org/10.3989/rfe.2020.016
PORTNOY, S. J. (2004). ¡Qué me siegue esta cebada! and Other Euphemistic Metaphors in the Spanish Ballad Tradition. En M. M. Hamilton, S. J. Portnoy y D. A. Wacks, Wine, Women and Song: Hebrew and Arabic Literature of Medieval Iberia (pp. 33-46). Newark, Delaware: Juan de la Cuesta.
VÁZQUEZ RECIO, N. (1998). El motivo en el romancero. Estudio de la tradición de Cádiz [Tesis doctoral]. Universidad de Cádiz.
VÁZQUEZ RECIO, N. (2000). Una yerba enconada. Sobre el concepto de motivo en el romancero tradicional. Cádiz: Servicio de Publicaciones de la Universidad.
¶
Transcripción
Esto eran tres segadores que venían de la Habana;
las hoces eran de oro y los puñitos de plata,
y una dama en un balcón de uno de ellos se adueñaba
y lo ha mandado a llamar con una de las criadas.
—Oiga usted, buen segador, que mi señora lo llama.
—Buenas tardes, señorita, ¿pa qué ha sido su llamada?
—Quiero que me siegue usted trigo y alguna cebada.
—Sí, señora, que la siego, según donde esté sembrada.
—No está en cerro, ni está en llano, ni en olivo, ni en cañada,
que la tengo en dos columnas, que me las sostiene el alma.
—Esa siega no es pa mí, (……………………………….)
que es pa duques y marqueses y los más ricos de España.
—Siégala, buen segador, que será muy bien pagada—.
Eran las tres de la tarde y el segador con la dama;
le ha dado treinta doblones en un pañuelo de Holanda,
y al bajar las escaleras ella le tiró la espada.
El dinero pa el entierro y el pañuelo para la cara,
y aquí se acaba la historia del segador y la dama.