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Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00022 04).
Bibliografía
Otras versiones de "Los tres reyes de Oriente"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
DÍAZ GONZÁLEZ, J. (1981). El Oriente. Revista de Folklore, 1 (4). Recuperado de http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcsr0q7
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Transcripción
Buenas noches a las ocho, buenas noches a las dos,
buenas noches tengan todos, buenas noches nos de Dios.
Esta noche son los Reyes, segunda fiesta del año,
cuando damas y galanes al rey piden aguinaldo.
Nosotros se lo pedimos Dios te salve, hombre honrado
y no nos lo negarás si a los Reyes le cantamos.
Del Oriente Persia salen tres reyes con alegría,
van guiados de una estrella que luce de noche y día.
Esta estrella no es errante ni tampoco dividida,
que es el ángel que anunció a los pastores la dicha
del nacimiento dichoso de aquel divino mesías.
Caminan los tres gustosos y en llegando a Palestina,
la estrella se retiró que Dios así lo quería.
No preguntan por posada, ni tampoco por comida;
preguntan por aquel rey que es el autor de la vida.
Ya llegaron al portal donde la estrella le guía;
vieron al recién nacido en los brazos de María.
Y con grandes reverencias se postraron de rodillas;
al niño de Dios adoran y a su madre esclarecida.
El uno le ofrece oro, el otro le ofrece mirra,
el otro le ofrece incienso, que para el cielo caminan.
Oro ofrece como rey de todas las jerarquías;
el incienso como Dios, potencia grande infinita;
la mirra como inmortal, misterios que ellos creían.
Estos son y eran los dones que ofrecen con alegría
este regalo de Adán [¿desde su seno cogía?].
Este día de los reyes celebra la iglesia misma
su sagrado bautizo en enero a los seis días.
Este día se pusieron los tres reyes en la pila,
los tres fueron bautizados por la Iglesia tan divina.
Tomás les echaba el agua y su nombre les ponía;
al uno puso Melchor a otro Gaspar le ponía.
A otro puso Baltasar, ¡oh, qué feliz compañía
los años que estos vivieron en aquella inmortal vida!
Melchor vivió ciento veinte, ¡oh, qué edad tan peregrina!;
Gaspar vivió ciento diez, ¡oh, qué edad tan florecida!,
Baltasar ochenta y tres, también de edad muy cumplida.
Y en el año del setenta según la Iglesia lo indica,
recibieron el martirio por su ley santa divina.
Ahora, ilustres señores, los que en esta casa habitan,
mándenos el aguinaldo para que nos den la dicha,
vengan [¿?] los Reyes de aquel divino Mesías.
Ya nos dan la limosna en esta sagrada casa,
para alumbrar al Señor toda la Semana Santa.
Aquí te hemos cantado y ahora vamos a decir
cuatro palabras chocantes al estilo del país.
A este mismo sacerdote al que le pide los Reyes
le dio cántara de vino donde terminé tres veces.
Este mismo sacerdote, si nos diera alguna perra,
para ir a divertirnos al paseo Villanueva.
Que le ha dicho la María, que le ha dicho la tía guarra,
que le ha dicho la María que los Reyes son mañana.
La oración ya se acabó, adelante, vayan bien,
bendito y glorificado, por siempre jamás, amén.