Un lunes de carnaval,     de gitana me vestí,

y me fui al salón del baile     por ver a mi novio allí.

Él me dijo: —Gitanilla,     ¿quieres hacerme un favor

de decirme con salero     la gracia que tengo yo?

—Tú eres un chico muy guapo     y de noble corazón,

pero tienes una falta,     que eres un camelador.

Camelaste a dos mujeres,     y ahora te las diré yo:

la una es alta y muy morena,     la otra es más rubia que el sol;

si te casas con la rubia,     tú serás un desgraciado,

cásate con la morena     y serás afortunado.

—Yo me caso con la rubia,     aunque sea un desgraciado,

y yo dejo a la morena,     aunque sea afortunado.

—Adiós, Pepe, ya me voy,     que mi madre ya me espera,

si quieres saber quién soy,     soy tu novia la morena.

Soy tu novia la morena,     la que te juró el amor,

y tú, como eres tan pillo,     me engañaste a traición.