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Informantes
Recopiladores
Notas
La informante indica que la aprendió mientras labraba el trigo en el campo.
Agradecemos la valiosa colaboración de José Luis Quero Juárez, cronista y antiguo maestro de Mancha Real, que nos facilitó el acceso a la informante.
Bibliografía
Otras versiones de "El niño pastor"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
En la provincia de Jaén, pueblo de La Carolina,
habitaba una mujer viuda con una hija,
pero esa pobre mujer con el tiempo ya enfermaba,
con aquella sola hija sin tener quién le ganara.
Y esta pobre hija a la iglesia se marchaba,
a la Virgen del Socorro, llorando le suplicaba:
—¡Oh, madre mía del Carmen!, te pido con devoción
que me salves a mi madre, ¿sin ella qué voy a hacer yo?
Dime lo que hay que hacer para a mi madre salvar,
aunque sea pedir limosna pa poderla alimentar—.
Una vez que se levantó, se marcha para su casa,
ha llegado un caballero que sus palabras escuchaba;
cuando la vio salir y al verla tan guapa,
le preguntó: —Jovencita, ¿por qué lloras tan amarga?
—Que se me muere mi madre, no tengo pa alimentarla—.
Entonces el caballero su cartera se sacaba
y un puñao de billetes a la joven se los daba.
Ella, al ver tanto dinero, no se quería entregar.
—Caballero, ¿este dinero cómo se lo voy a pagar?
—No es pa que me lo pagues, te lo doy de voluntad.
—Quede usted con Dios, señor, a mi casa me voy ya,
a ver si mi pobre madre la pudiera alimentar—.
Empezó a darle alimento, alimento de a menudo,
pa ver si la salva pronto de verse sola en el mundo.
La pobre de la madre a su hija preguntaba:
—¿Qué tanto dinero en alimento te gastas?
—Un día fui a la iglesia, a la Virgen suplicaba,
un caballero que había, el dinero me lo daba;
sin interés ninguno el dinero me lo daba.
—Hija de mi corazón, hágome aquí esta ignorancia,
porque el día que yo muera, tu honra será manchada.
—No te preocupes, madre, que yo me defenderé,
si necesito darla, yo cumplo con mi deber,
que todo esto se hace para una madre salvar,
que el caballero me dijo que era de voluntad—.
Aquel infame caballero que sus pasos preseguía
hasta que él se enteró donde la niña vivía
y la pobre de la madre con mucho dolor lloraba.
En aquel mismo momento a Dios le entregó su alma,
la pobre de la hija con sentimiento lloraba
de verse sola en el mundo y sin amparo de nadie.
El entierro de la madre el pueblo se cubrió.
Entonces, el caballero aprovecha la ocasión:
cuando estaba ella sola, el caballero llegaba,
con mucha falsedad de ella se aprovechaba.
Juró casarse con ella, aunque él tenía capital,
y que nunca en la vida se vería abandoná.
Se sintió que iba a ser madre y a él se lo confesó,
y amenazándola a muerte, a ella la abandonó.
Como siguió abandonada, para el campo se salió,
para quitarse la vida por culpa de aquel traidor.
De que ya ha llegado al río donde iba a tirarse,
se encontró con una anciana, la que le sirvió de madre.
Se la ha llevado a su casa, ya sienta la candela,
llorando amargamente, to se lo contó a la abuela.
—Pues te quedarás con nosotros, que padres ya has encontrado,
el día que tu hijo nazca, estará muy bien mirado—.
Ha nacido un hermoso niño como los rayos del sol,
cuando fue mayorcito, le metieron a pastor.
Ahora vamos a este padre que triunfaba de riquezas:
mientras el pobre de su hijo pasaba muchas penas,
iba un día con el coche por aquella carretera,
volcó por lo alto un monte, no le valieron riquezas.
Aquel niño cuando vio aquel coche de volcar,
echó corriendo a aquel llano, a ver si lo podía salvar.
Lo sacó debajo del coche y aquel hombre se sangraba,
sin saber que era su padre, la vida le deudaba.
Cuando lo tuvo vendado, a la carretera salió,
y para un hombre malherido, clemencia del niño pidió.
Bajaron y lo cogieron, y al hospital lo llevaron,
y allí hubo junta de médicos, entre todos lo salvaron.
Cuando estuvo ya curado, a las monjitas preguntaba
quién había sido aquel niño que su vida le salvara.
Pilló dónde vivía y al cortijo se marchó
para pagar con dinero al niño que le salvó.
Al llegar a aquel cortijo (y) al verla se desmayó
cuando él vio que era la niña a la que él traicionó;
cuando vio que era su hijo el niño que le salvó,
se hincaba de rodillas, les pedía perdón.
—Yo he venido a pagarte lo bien que has hecho conmigo,
me casaré con tu madre, llevarás mis apellidos—.
Ya verán ustedes señores lo que esa madre rogó
que a su hijo le ayudara la providencia de Dios.