San Isidro labrador,     labrador en su quincería,

siempre que iba a labrar,     ya era más de mediodía.

Labrador de alrededor,     todos le tenían envidia

de ver que sus gananciales     sin comparación crecían.

Vecinos de alrededor     (y) al amo van a imponer:

—Mire usted, que su criado     no cumple con su deber.

—Si mi criado no labra     ni cumple con su deber,

yo a ustedes no les pido nada     para pagarle yo a él—.

A otro día por la mañana     mandan a Isidro a labrar

(y) a terrenos que no había     aguas ni cañaveral.

—Buenos días tengas, Isidro.     —Venga usted con Dios, mi amo.

—¿Cómo se da la faena?     —(Y) esto queda bien labrado.

—Isidro, ¿no hay por aquí     ningún arroyo ni fuentes

para calmar esta sed,     que la traigo muy ardiente?

—No le extrañe a vos, mi amo,     no le extrañe que le diga

que detrás de aquella roca     brota el agua cristalina—.

Ha cogido san Isidro     la vara de gavilanes

y dándole un fuerte golpe,     el agua sale a rayales.

Al señor de san Isidro     lo vamos a venerar

de ver que tiene sus campos     que es una preciosidad.

Al señor de san Isidro     todo el mundo veneramos,

por eso le hacen su fiesta     el día quince de mayo.

 

¶

[Recopiladora:] [...] ¿Por San Isidro, aquí qué se hace?

[Pilar:] Pues aquí, como es el patrón de los jóvenes agricultores, pues aquí van tos los agricultores, tienen su cofradía de ca- | de agricultores, le hacen su triduo en la iglesia, le llevan ramas de trigo, luego hacen su procesión.