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Se repiten los dos hemistiquios de todos los versos.
Bibliografía
IGRH: 0161
Otras versiones de "La bastarda y el segador"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
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Transcripción
Esto eran tres segadores de segar por la mañana,
uno de los tres llevaba un traje fino de Holanda,
los dediles eran de oro, las hoces de fina plata.
Una dama en su balcón del segador se emprendaba
y lo ha mandado a llamar con una de las criadas.
—Oiga usted, buen segador, que mi señora lo llama,
suba usted la calle arriba que allí lo espera mi ama.
—Buenas tardes, señorita, ¿para qué soy yo llamado?
—Por si me quiere usted segar cebada de mi sembrado.
—Esa cebada, señora, ¿dónde la tie usted sembrada?
—No está en cerro, ni en cañones, ni tampoco encañonada,
metida entre dos columnas donde descansa mi alma—.
A las doce de la noche doce gavillas segadas,
como era forastero, se echó abajo de la cama.
—Oiga usted, buen segador, que se va usted sin la paga—.
Le entregó cuatro mil duros liados en un pañuelo Holanda,
que más valía el pañuelo que el dinero que llevaba.
La madre que la está oyendo: —Dime, hija, con quién hablas.
—Madre, que estoy ensoñando con una de las criadas—.
—Oiga usted, buen segador, que aquí lo espero mañana.
—Sí, señora, volveré, pero serán las espaldas—.
Al otro día de mañana las campanas redoblaban;
era el pobre segador, que la vida se le acaba;
el dinero pa el entierro y el pañuelo para la cara.
Aquí termina la historia del segador y de la dama.