Hay varios padres sin corazón     que no les duele tirar a un hijo,

que no les duele tirar a un hijo     ni de borrarles sus apellíos.

El otro día ocurrió un caso     que un cartero él se encontró

una maleta muy bien cerrada,     pero allí mismo fue y la dejó.

Pero un peón caminero,     que a la subida pasaba,

(y) al ver aquella maleta,     para su casa se la llevaba.

La destaparon con alegría     y a un niño chico oyen gritar,

lo desnudaron,     toda su ropa era de seda.

Este niño no es de pobres,     porque aquí trae tres mil pesetas

y una carta que dicía:     “(Y) al niño cuidarlo bien,

tiene su padre y su madre     y a los tres años vendrán por él”.

Cuando se enteró el cartero     de lo que había en la maleta

fue a casa del caminero     para que todo a él se lo diera.

—Toma el dinero, si quieres,     que el niño de aquí no sale

ya que lo has despreciado,     aquí se encuentra su padre y madre—.

Cuando tiene veinte años,     la mili lo reclamó.

—No tengo padre ni madre,     pero a la mili me voy yo—.

Con su talento y su valentía,     con su talento vino a alcanzar,

lo hicieron cabo, también sargento,     también teniente y capitán.

Cuando vino del servicio,     de una muy rica se enamoró;

ya que iban pa la iglesia,     una señora se presentó:

—Y empido este casamiento     —todos quedaron admirados—,

les juro que soy la madre     y que los novios son dos hermanos;

con los papeles en la mano,     lo puedo justificar.

Miren la mano derecha,     que los dos llevan igual señal.