Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Transcripción
En un pueblo de Galicia, rayando con Portugal,
dos hermanos en terrenos tenían un capital.
Como eran solos sin padres, el más viejo se casó,
entonces el otro hermano al casado así le habló:
—Ahora que ya estás casado, yo a la Argentina me iré
y todo lo que allí gane a ti te lo mandaré—.
Al llegar a la Argentina, en una mina entró;
en horas extraordinarias, mucho dinero ganó.
Así durante unos años él todo el dinero mandaba
(y) a su hermano para España y él con nada se quedaba.
Las minas eran de azufre, de un mineral venenoso,
atacaba a los pulmones, morían tuberculosos,
pero un día trabajando, un ataque que le dio,
enseguida una ambulancia al hospital le llevó.
Al salir del hospital con una joven se casó,
también Dios le dio una hija más bonita que un sol.
Cuando más feliz vivía, su pobre esposa murió
y al quedar solo con su hija (y) a su hermano le escribió,
y en la carta le dicía: “Para vuestro lado iré.
Ya no puedo trabajar porque en la mina enfermé.
Sabrás que murió mi esposa, con mi hijita embarcaré
y con lo que a mí me toque, un negocio montaré”.
Cuando leyeron la carta, la cuñada protestaba:
—Yo creía que no volvía, que su parte nos dejaba,
y asín gritando dicía: —Más valía que muriera
aplastado allá en las minas y que a España no volviera,
asín que tú las dos partes me las tienes que pagar
o, si no, a traición, a los dos os ha de matar—.
El marido no le hizo caso y pa el pueblo se marchó
a vender unos becerrillos y ella al criado le habló.
Le dijo: —Si tú me quieres, me tendrás que ayudar;
si quieres tener dinero, a mi esposo has de matar—.
Llega el marido a su casa, cansado de tanto andar;
le dio la mujer la cena, de pronto se fue a acostar.
Cuando ella vio que dormía, pronto al criado llamó;
con la reja de un arado, allí lo mató a traición.
Al cadáver del marido en la finca lo enterraron
como si nada pasara, cenaron y se acostaron.
Llega el cuñado a la aldea, ya era de noche cerrada.
Cogieron por un camino que a la finca los llevaba
y él por aquel camino a su niña así le hablaba:
—Cuando te vean tus tíos muchos besos te darán
y ellos, como son tan buenos, cositas te comprarán—.
Pero detrás de un frutal, el criado les salió
y con un palo en la mano, allí lo mató a traición.
Al caer al suelo muerto, llena de miedo escapó;
viendo la luz de la casa llorando hasta allí llegó.
Le dijo la tía: —No llores, que voy a ver lo que pasa,
voy en busca de tu padre para traérmelo a casa—.
Y con un palo en la mano en la finca se metió
y al llegar junto al criado estas palabras le habló:
—Hay que enterrar a este hombre, antes de irnos a dormir,
mataremos a la niña que nos pueda descubrir—.
Viendo los criminales que por allí nadie estaba,
pero detrás de un árbol la niña los escuchaba.
Al oír aquellas palabras, llena de miedo escapó
viendo la luz de un carro, llorando hasta allí llegó.
Cuando llegó el carretero: —¿Por qué lloras?— preguntó
—Mi tía mató a mi padre—, llorando le suplicó.
Coge a la niña en los brazos y en el carro la montó
y cuando llegó a la aldea a la guardia parte dio
y mientras los criminales cuando a su casa llegaron,
pensaban matar a la niña, pero no la encontraron.
Le preguntó a la autoridad, los buscan por los caminos,
vieron correr por los campos aquellos dos asesinos.
Al no quererse entregar, ella de un tiro murió
y el criminal del criado preso en la cárcel entró,
y esta niña de ocho años que sin padre se quedó
heredando el capital, a un colegio ingresó.