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Notas
La informante asegura que se trata de un poema de Semana Santa que ella misma le compuso a la Virgen.
Este registro ha sido recopilado en el marco del proyecto de I+D (Excelencia) del MINECO “Documentación, tratamiento archivístico digital y estudio lexicológico, histórico-literario y musicológico del patrimonio oral de la Andalucía oriental” (referencia: FFI2017-82344-P).
Transcripción
El sufrimiento de la Virgen María por la calle de la Amargura
Pobre madre desolada,
en aras de su ternura,
va recorriendo angustiada
por la calle de la Amargura.
—Hijas de Jerusalén
—dice con mucha pena—,
¿habéis visto a mi hijo,
blanco como la azucena,
rubio como el sol fulgente?
Tiñe su rostro el sufrir,
es de alabastro su frente
y sus manos de jazmín.
Es su voz dulce y sonora,
su andar gracioso y sereno,
más hermoso es que la aurora;
llamarle el Nazareno.
Tened de mí compasión,
hijas de Jerusalén,
decirme si habéis visto a mi hijo,
el que adora mi corazón.
—Sí le hemos visto, señora,
al son de roncas bocinas
sale del oratorio ahora,
hacia el Calvario camina.
Su sangre brota a raudales,
el sudor su frente baña.
Como hambrientos chacales,
la multitud le acompaña.
Entre mil burlas crueles,
le conducen a empujones:
“¡Azotadle con cordeles,
fieros malvados sayones!”
Va con una cruz a cuestas,
su cuerpo hiere y quebranta.
Lleva el rostro amoratado
y una soga a su garganta.
Y a pesar de tantos
tormentos y agravios,
ni un suspiro ni un lamento
sale de sus puros labios—.
¡Qué maternal corazón!
No desfallece de fijo
al escuchar la Pasión
de su muy amado hijo.
Ya está así de dolor
esta madre amante,
más fuerza le da el amor
para seguir adelante.
Quiere hablarle; no puede.
Quiere abrazarle; no la deja,
y de su vista le aleja.
—¡Hijo! —¡Madre, qué agonía!—.
¡Qué sufrimiento tan fuerte,
grande y duro sufrió la Virgen María
por la calle de la Amargura!